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lunes, 8 de septiembre de 2014

Miles de personas desplazadas y traumatizadas necesitan apoyo psicológico en el Kurdistán iraquí

“Se han llevado a mi hermana, no sabemos nada de ella”. “Hemos tenido que huir porque íbamos a morir: los testimonios recogidos por los equipos de Acción contra el Hambre en el Kurdistán demuestran el infierno vivido por las personas desplazadas en el norte de Irak. La organización proporciona apoyo psicológico para atender a esta población. Aleksandra Witkowska, responsable de los programas de salud mental y prácticas de apoyo en Dohuk explica: “Lo más urgente es reconfortar a las personas que llegan traumatizadas, disminuir su estrés y ansiedad y aportarles un sentimiento de seguridad. A través del diálogo, podemos profundizar en otros aspectos, conocer a las familias y a la comunidad en la que va a intervenir la organización”.

Por parejas mixtas, los equipos de Acción contra el Hambre recorren los lugares donde se han instalado los desplazados, les escuchan y les aconsejan. A veces la escena se repite: “al principio la acogida es fría, es difícil iniciar la conversación, el shock ha sido tan fuerte y hay demasiadas cosas que decir que aún no se han dicho. Después la barrera desaparece y las emociones comienzan a aflorar”. En un mes Acción contra el Hambre ha llevado a cabo intervenciones psicosociales de urgencia con cerca de 10.000 personas.

El trabajo psicológico de emergncia permite detectar numerosos casos que necesitan un apoyo individual que se lleva a cabo con sesiones de relajación o consultas psicológicas.  Aun así, el trabajo fundamental se desarrolla en grupos. “En la mayoría de los casos, es en las comunidades donde los desplazados encontrarán su principal fuente de resiliencia. Nuestro equipo les proporciona un entorno de protección para que puedan expresar sus emociones y les enseñamos a gestionarlas, les invitamos a mantener el contacto con su comunidad y sus familias ya que el aislamiento favorece los pensamientos negativos que pueden afectar al conjunto del grupo”, ha precisado Aleksandra Witkowska. Muchas mujeres experimentan este desarraigo. Privadas de intimidad, con dificultades a la hora de amamantar, necesitan un espacio seguro que los colegios y los edificios en construcción no pueden ofrecer. Por otra parte,  muchos hombres sienten que han perdido su papel de jefe de familia ya que no trabajan y dependen de la ayuda humanitaria. Se organizan grupos de diálogo tanto para hombres como para mujeres (amamantar, trabajar, estudiar las posibilidades de futuro): es el momento de profundizar en diversos temas, la ocasión de hacerles ver que no están solos y que muchos sienten lo mismo.

Del mismo modo, Acción contra el Hambre lleva a cabo actividades con niños. A través de los juegos se crea una relación entre los más pequeños pero también entre la comunidad. Mientras los niños juegan, los padres se unen, les observan, conversan. Dinamizar las actividades en el seno de la célula familiar y comunitaria es un aspecto fundamental del trabajo psicosocial de Acción contra el Hambre.

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