Un grupo de ciudadanos agrupados bajo el
nombre Quiet Bangkok (Silencio en Bangkok) no ceja en su empeño para
reducir los insalubres niveles de ruido ambiental en Tailandia, a pesar del desinterés o incapacidad de las autoridades para atajarlo. En los principales lugares turísticos y comerciales de la capital
tailandesa, los viandantes sufren con resignación la cacofonía
procedente del tráfico, los vendedores ambulantes o las ruidosas
pantallas que destellan en las fachadas de los rascacielos. "En la plaza junto al centro comercial de Siam Paragon el suelo hasta
vibra por el ruido de la pantalla gigante allí instalada. Son niveles
que pueden considerarse peligrosos", explica Oraya Sutabutr,
activista de Quiet Bangkok.
Según la Organización Mundial para la Salud, en general se debe evitar los ambientes con ruidos superiores a los 70 decibelios (dB), por el peligro de estrés, hipertensión o aumento de la agresividad, mientras que una exposición prolongada a niveles superiores a los 85 dB puede causar daños permanentes en el oído. El ruido en Bangkok alcanza los 94 bB en zonas de aparcamiento inundados por los pitidos de silbatos, los 84 dB en los eventuales conciertos celebrados en Siam Square o los 82,4 dB por la pantalla gigante en Central World, de acuerdo con las mediciones del colectivo tailandés. "El principal problema es para la gente que trabaja allí. En Quiet Bangkok somos unas 100 personas, pero activas sólo unas 10. Es difícil convencer a las autoridades y a los empresarios para que hagan más para bajar el ruido o incluso para concienciar a los ciudadanos", afirma Oraya. Según la activista, en las zonas rurales el ruido en las fiestas locales, muchas veces celebradas en los templos, suponen una tortura en algunas aldeas donde los ayuntamientos rivalizan por tener los mayores altavoces y que la música se escuche lo más lejos posible.
En Tailandia existen leyes estrictas contra el exceso de ruido e incluso recientemente se cancelaron los planes de celebrar el campeonato de la Fórmula 1 en el casco histórico a causa del ruido que provocaría. Sin embargo, en otros casos prevalece la falta de rigor en la aplicación de las leyes, por ejemplo, en karaokes públicos y privados que se convierten en la pesadilla de los impotentes vecinos. En uno de los episodios más funestos, un hombre asesinó en 2008 a ocho personas con una escopeta tras perder los nervios por la cacofonía de las fiestas con karaoke que organizaban sus vecinos en la provincia de Songkla, en el sur del país. "Avisé a esta gente sobre sus fiestas con el ruidoso karaoke. Les advertí de que si continuaban les dispararía", dijo Weenus Chumkamnerd, tras cometer la matanza.
Por suerte, la mayoría de los casos no terminan en tragedia, aunque tampoco resueltos, ya que muchos ciudadanos se resignan o prefieren no quejarse. En 2006, cuando los miembros de Quiet Bangkok se dirigieron a la empresa responsable del tren elevado de la capital debido al volumen excesivo de la publicidad en los andenes y en los vagones, la dirección alegó que ningún pasajero se había quejado. En los últimos años, el colectivo también ha aprendido a lograr sus objetivos mediante la persuasión antes de la denuncia o la protesta. "Tratamos de ser positivos. Ir con propuestas. Lo importante es educar a los ciudadanos, sobre todo a los adolescentes que abusan de los auriculares y luego van a discotecas con el volumen a más de 90 decibelios", señala Suchitra Prasansuk, prestigiosa otorrinolaringóloga del Bangkok Hospital de la capital.
Según la doctora Suchitra, los pacientes que atienden en su consulta son cada vez más jóvenes, quienes presentan pérdidas auditivas similares a las de una persona anciana. "El ruido es un problema en muchas partes del mundo. El riesgo ocurre con una exposición continuada. En el aparcamiento del centro comercial MBK (Bangkok), hasta el 50 por ciento de los guardias padecen pérdidas auditivas", agrega la especialista. A pesar de que los conductores tailandeses son conocidos por su paciencia y renuencia a utilizar el molesto claxon, omnipresente en las calles indias, el tráfico continúa siendo el principal factor del ruido en Bangkok. "Hay demasiado ruido. A veces no podemos concentrarnos cuando estudiamos en los cafés de la zona de Siam . La culpa la tienen los coches, la gran cantidad de gente y el tren elevado. Hay mucho ruido y es muy molesto", se queja Sophida Ruangsong, una estudiante universitaria.
Fuente: Gaspar Ruiz-Canela (Efe)
Foto: Noel Caballero (Efe)
Según la Organización Mundial para la Salud, en general se debe evitar los ambientes con ruidos superiores a los 70 decibelios (dB), por el peligro de estrés, hipertensión o aumento de la agresividad, mientras que una exposición prolongada a niveles superiores a los 85 dB puede causar daños permanentes en el oído. El ruido en Bangkok alcanza los 94 bB en zonas de aparcamiento inundados por los pitidos de silbatos, los 84 dB en los eventuales conciertos celebrados en Siam Square o los 82,4 dB por la pantalla gigante en Central World, de acuerdo con las mediciones del colectivo tailandés. "El principal problema es para la gente que trabaja allí. En Quiet Bangkok somos unas 100 personas, pero activas sólo unas 10. Es difícil convencer a las autoridades y a los empresarios para que hagan más para bajar el ruido o incluso para concienciar a los ciudadanos", afirma Oraya. Según la activista, en las zonas rurales el ruido en las fiestas locales, muchas veces celebradas en los templos, suponen una tortura en algunas aldeas donde los ayuntamientos rivalizan por tener los mayores altavoces y que la música se escuche lo más lejos posible.
En Tailandia existen leyes estrictas contra el exceso de ruido e incluso recientemente se cancelaron los planes de celebrar el campeonato de la Fórmula 1 en el casco histórico a causa del ruido que provocaría. Sin embargo, en otros casos prevalece la falta de rigor en la aplicación de las leyes, por ejemplo, en karaokes públicos y privados que se convierten en la pesadilla de los impotentes vecinos. En uno de los episodios más funestos, un hombre asesinó en 2008 a ocho personas con una escopeta tras perder los nervios por la cacofonía de las fiestas con karaoke que organizaban sus vecinos en la provincia de Songkla, en el sur del país. "Avisé a esta gente sobre sus fiestas con el ruidoso karaoke. Les advertí de que si continuaban les dispararía", dijo Weenus Chumkamnerd, tras cometer la matanza.
Por suerte, la mayoría de los casos no terminan en tragedia, aunque tampoco resueltos, ya que muchos ciudadanos se resignan o prefieren no quejarse. En 2006, cuando los miembros de Quiet Bangkok se dirigieron a la empresa responsable del tren elevado de la capital debido al volumen excesivo de la publicidad en los andenes y en los vagones, la dirección alegó que ningún pasajero se había quejado. En los últimos años, el colectivo también ha aprendido a lograr sus objetivos mediante la persuasión antes de la denuncia o la protesta. "Tratamos de ser positivos. Ir con propuestas. Lo importante es educar a los ciudadanos, sobre todo a los adolescentes que abusan de los auriculares y luego van a discotecas con el volumen a más de 90 decibelios", señala Suchitra Prasansuk, prestigiosa otorrinolaringóloga del Bangkok Hospital de la capital.
Según la doctora Suchitra, los pacientes que atienden en su consulta son cada vez más jóvenes, quienes presentan pérdidas auditivas similares a las de una persona anciana. "El ruido es un problema en muchas partes del mundo. El riesgo ocurre con una exposición continuada. En el aparcamiento del centro comercial MBK (Bangkok), hasta el 50 por ciento de los guardias padecen pérdidas auditivas", agrega la especialista. A pesar de que los conductores tailandeses son conocidos por su paciencia y renuencia a utilizar el molesto claxon, omnipresente en las calles indias, el tráfico continúa siendo el principal factor del ruido en Bangkok. "Hay demasiado ruido. A veces no podemos concentrarnos cuando estudiamos en los cafés de la zona de Siam . La culpa la tienen los coches, la gran cantidad de gente y el tren elevado. Hay mucho ruido y es muy molesto", se queja Sophida Ruangsong, una estudiante universitaria.
Fuente: Gaspar Ruiz-Canela (Efe)
Foto: Noel Caballero (Efe)
1 comentario:
José Luís , soy Roberto , el abogado , no tengo tu número , ni tu email , llámame para hacer algo guapo ...
Magnífico blog ...
Saludos
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