Nunca es un buen momento para escribir un final, pero acaba siendo algo inevitable. Durante días traté de sentarme delante del ordenador, con las maletas aún por deshacer, pero me fue imposible concentrarme. Luego, ya con la ropa en el armario y la mochila en el trastero, hice varios intentos más, pero todos fueron en vano. Ahora, por miedo a que la conciencia se rebelase, he decidido luchar contra mis sentimientos y poner el obligado epílogo a aquella historia que empezó hace ya más de 9 meses.
Surgió por casualidad, casi sin quererlo, en contra de los tópicos y las rutinas, en contra de una vida de la que no éramos partícipes. Poco a poco, la empresa se fue llenando de fechas y cifras, pero también de miedos, reproches y celos. No fue fácil explicarlo, especialmente a aquellos que nunca quisieron entenderlo. Pero nos bastó el apoyo de unos pocos locos, para convencer a una ingente cantidad de cuerdos. Finalmente, llegó el ansiado momento, un día en el calendario que vivimos con ilusión y nervios. Y allá en el aeropuerto, entre deseos y recuerdos, decidimos dejar de pensar, disfrutar y ser los protagonistas de nuestro evento. Y fueron pasando las horas, los días y los sueños, la mayoría se hizo realidad, y todos se convirtieron en recuerdos. Hasta ahora, hasta este mismo momento, en que llegó el tiempo de ponerle su merecido final a una experiencia digna de versos.
No será, sin embargo, un final al uso, ni habrá demasiados créditos. Será, más bien, un punto y seguido, un 'continuará' que se hará presente en una segunda parte, otro guión y otros cuentos. También habrá dedicatoria y agradecimientos, tantos como personas y lugares hemos visitado, en etapas agotadoras, decenas de jornadas de sol, lluvia y viento.
Y por miedo a olvidarme de algo o de alguien, será un final abierto, en el que caben muchas más cosas que las que portamos en aquel equipaje. Éste tendrá su merecido descanso hasta dentro de un tiempo, el necesario para preparar un nuevo y ambicioso proyecto. En él habrá otra vez aduanas, visados, aviones y gente, mucha gente en los aeropuertos. Porque sólo así podremos decir que pasamos por la vida sin dejar la vida pasar. Porque sólo así encontraremos nuestra verdadera patria, el lugar donde nacen los sueños, aquellos que un día nos llevaron tan lejos, aquellos que haremos realidad cuando menos lo esperemos.
Pd: Este post pone el punto y seguido a aquel cuaderno de viaje que se inició en el mes de marzo. Gracias a todos aquellos que lo siguieron con la misma ilusión que yo le ponía a todas aquellas páginas.
Surgió por casualidad, casi sin quererlo, en contra de los tópicos y las rutinas, en contra de una vida de la que no éramos partícipes. Poco a poco, la empresa se fue llenando de fechas y cifras, pero también de miedos, reproches y celos. No fue fácil explicarlo, especialmente a aquellos que nunca quisieron entenderlo. Pero nos bastó el apoyo de unos pocos locos, para convencer a una ingente cantidad de cuerdos. Finalmente, llegó el ansiado momento, un día en el calendario que vivimos con ilusión y nervios. Y allá en el aeropuerto, entre deseos y recuerdos, decidimos dejar de pensar, disfrutar y ser los protagonistas de nuestro evento. Y fueron pasando las horas, los días y los sueños, la mayoría se hizo realidad, y todos se convirtieron en recuerdos. Hasta ahora, hasta este mismo momento, en que llegó el tiempo de ponerle su merecido final a una experiencia digna de versos.
No será, sin embargo, un final al uso, ni habrá demasiados créditos. Será, más bien, un punto y seguido, un 'continuará' que se hará presente en una segunda parte, otro guión y otros cuentos. También habrá dedicatoria y agradecimientos, tantos como personas y lugares hemos visitado, en etapas agotadoras, decenas de jornadas de sol, lluvia y viento.
Y por miedo a olvidarme de algo o de alguien, será un final abierto, en el que caben muchas más cosas que las que portamos en aquel equipaje. Éste tendrá su merecido descanso hasta dentro de un tiempo, el necesario para preparar un nuevo y ambicioso proyecto. En él habrá otra vez aduanas, visados, aviones y gente, mucha gente en los aeropuertos. Porque sólo así podremos decir que pasamos por la vida sin dejar la vida pasar. Porque sólo así encontraremos nuestra verdadera patria, el lugar donde nacen los sueños, aquellos que un día nos llevaron tan lejos, aquellos que haremos realidad cuando menos lo esperemos.
Pd: Este post pone el punto y seguido a aquel cuaderno de viaje que se inició en el mes de marzo. Gracias a todos aquellos que lo siguieron con la misma ilusión que yo le ponía a todas aquellas páginas.
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