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martes, 4 de octubre de 2011

Médicos Sin Fronteras denuncia la militarización de la ayuda humanitaria

El intento de funcionarios de la ONU de boicotear el proyecto de Médicos Sin Fronteras (MSF) al final de la guerra en Angola o las últimas actuaciones militares en Afganistán donde se repartía comida a cambio de información sobre los talibán son sólo dos ejemplos de la politización y militarización de la ayuda humanitaria en los últimos años. Así lo denuncia MSF en su 40 aniversario, una celebración empañada por el obstáculo que supone esta manipulación de la ayuda para acceder a la población más necesitada.

"Nos han puesto en una situación muy complicada a las ONG independientes para trabajar", ha asegurado José Antonio Bastos, presidente de MSF España, quien ha explicado cómo convertir la "ayuda en política exterior o estrategia militar" dificulta la labor de las organizaciones en las zonas de conflicto. Más de la mitad de los proyectos de la organización, nacida en 1971, se desarrollan en escenarios de conflicto, postconflicto o alta inestabilidad. "Al trabajar con víctimas de la guerra y la violencia, nos damos cuenta de que el espacio para una ayuda humanitaria independiente, que realmente llegue a quien más la necesita con urgencia, se está reduciendo peligrosamente", ha dicho Bastos.

Ni Libia, ni Afganistán, ejemplos claros del aumento de las ahora conocidas como "guerras humanitarias", en las que se pretende proteger a los civiles, han contribuido a mejorar esa percepción de la ayuda. "La deliberada confusión entre lo militar y lo humanitario coloca a las ONG, en la mente de poblaciones y grupos armados, en uno de los bandos del conflicto", ha afirmado Bastos.

La organización ha puesto casos concretos de esta confusión de términos. "El uso en Afganistán por parte de los militares vestidos de civiles de vehículos blancos, idénticos a los utilizados por las organizaciones humanitarias, o la distribución de comida o ayuda a cambio de información sobre los talibán" convirtió a las ONG en objetivos militares, ha subrayado MSF. También ha recordado, dentro de estas mismas estrategias militares, el presunto montaje el pasado julio, por parte de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, de una falsa campaña de vacunación en Pakistán con el fin de arrestar a Osama Bin Laden.

En el caso de Somalia, de plena actualidad tras la declaración de la hambruna este verano y con un conflicto fratricida de más de dos décadas, la manipulación de la ayuda ha dejado a una parte de los somalíes desasistidos. En el país africano, "la asistencia ha sido utilizada como una recompensa para aquellos que están en el lado 'correcto' del conflicto y un castigo para quienes están en el lado 'equivocado', y es bloqueada por todas las partes" , ha denunciado la organización.

De la lucha contra estas injerencias políticas o militares depende ahora el trabajo de aquellos que pretenden ayudar de verdad a los civiles. "La declaración de guerra a Libia para proteger a los libios que sufrían la dictadura de Gadafi se llevó a cabo en nombre de la asistencia humanitaria pero cuando los civiles intentaron entrar en Europa huyendo del conflicto se les cerraron las puertas. Menuda hipocresía, ¿no?", ha declarado el presidente de la organización. Ante los problemas actuales, Médicos Sin Fronteras continúa sin descanso una labor con los más vulnerables que inició hace 40 años. Hoy, con 27.000 trabajadores y cinco millones de socios en todo el mundo, la organización se lamenta de no haber alcanzado su máximo objetivo: poder cerrar por falta de trabajo.

Publicado en el diario El Mundo
Autor: Yasmina Jiménez
Foto: Dominic Nahr (MSF)

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