A. K. tiene 27 años. Hace un año dejó su Costa de Marfil natal y a toda su familia y se embarcó en un cayuco junto a otras 69 personas. Fue una de quienes sobrevivieron. Treinta y cuarto personas perecieron en la travesía. Ella puede contarlo y, a pesar del drama, sonreír. A. K. mostraba ayer orgullosa el diploma que la distingue como especialista en el cuidado a personas dependientes. Esta joven es una de los veinte alumnos, el 50 por ciento varones, que se han beneficiado del curso municipal, dirigido a la población inmigrante y enmarcado en el plan «Avilés Avanza» al que pertenece el proyecto «Construred». Muchos de los alumnos ni siquiera tienen regularizada su situación. Cinco de ellos ya han conseguido trabajo gracias a estas clases que, además, les han servido para obtener un sobresaliente en integración.
Las concejalas de Bienestar Social y Servicios Sociales, Yolanda Alonso y Purificación García, entregaron ayer por la tarde en el Palacio de Valdecarzana los diplomas justificativos del curso a los alumnos en un acto cargado de emoción y agradecimientos mutuos. «Aquí, en Avilés, te ayudan a integrarte. Todos son muy cordiales», afirmó diploma en mano el paraguayo CH. I. F., de 29 años. Hace tres meses cambió Santander por Avilés. «Aquí me siento arropado, en Santander no había iniciativas relacionadas con la atención a inmigrantes», añadió. Dice estar preparado para comenzar a trabajar hoy mismo en el cuidado a personas dependientes y confía en conseguir un empleo.
La senegalesa A. T., de 27 años, ya ha tenido a su cuidado a personas mayores aunque ahora ya cuenta con un certificado que reconoce sus cualidades para este trabajo, tan necesario como poco reconocido. La joven, embarazada de siete meses, llegó a España hace año y medio. «Fui a Huelva con un contrato desde Senegal para trabajar en la fresa. Cuando se acabó la temporada, me vine a Avilés, con mi marido. Llevo ocho meses buscando un empleo. Ahora ya tengo que esperar a que nazca el niño», explicó. Confía en que el diploma que ayer recibió en el Valdecarzana le permita encontrar trabajo una vez que se convierta en madre. Se ha separado de su marido. Será madre soltera. «Cuando nazca el niño tengo que trabajar», añadió.
El curso, que fue impartido por la asociación «Xurtir», partió con un doble objetivo: proporcionar cualificación profesional a personas que ya estaba ejerciendo esta ocupación y acercar la oferta a la demanda. «La atención a dependientes es un yacimiento cierto de empleo. En la economía sumergida, además, es un campo de ocupación consolidado», explicó la coordinadora del taller, Covadonga Díaz. Y añadió: «Aparte de la cualificación, el curso pretendía potenciar los vínculos entre las personas y contribuir al arraigo en el territorio».
Los objetivos, a juzgar por las manifestaciones de los alumnos, han sido alcanzados. Y con creces. Abrazos, besos y apretones de manos entre el alumnado, profesores y técnicos municipales protagonizaron la clausura del curso que tuvo como colofón un refrigerio en la terraza de un local próximo. Una nueva etapa comienza para ellos en una ciudad que pretende hacer que se sientan como en el hogar que han dejado atrás, pese a todas las dificultades.
Publicado en el diario La Nueva España (Gijón)
Autor: Amaya P. Gión
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