En apariencia la ciudad costera mediterránea de Beirut es un destino turístico de categoría, que ofrece a visitantes árabes buen tiempo, buena comida y diversión. Pero detrás de las mesas repletas de comida y las brillantes luces, la mayor atracción de la capital libanesa es el sexo. Miles de turistas árabes acuden cada verano a Líbano desde los países del Golfo. Más y más hombres árabes parecen sentirse atraídos por las crecientes oportunidades que les brinda el turismo sexual. Líbano siempre ha sido famoso por satisfacer todos los deseos: un lugar donde turistas árabes pueden romper los tabúes a los que tienen que atenerse en sus países de origen.
Algunos quieren sólo libertad. Hind, una joven saudí de 18 años, está pasando su verano en Líbano y aprovecha la oportunidad de lucir su llamativo pintalabios rojo, sus grandes ojos negros y su velo negro. Con su todoterreno de tres ruedas atraviesa a medianoche las concurridas calles principales de Aley, una ciudad a 30 kilómetros de Beirut, donde la mayoría de cafeterías y restaurantes están abarrotados de turistas del Golfo y expatriados libaneses.
"Para mí esto es la plena libertad. Puedo conocer gente y disfrutar también de la vida nocturna", dijo Hind a dpa. Pero gran parte de la creciente industria del turismo continúa enfocada en los hombres interesados en el sexo. Un hombre de Arabia Saudí, que pidió no ser nombrado dijo a dpa que "en Beirut se disfruta de la buena vida, del buen tiempo, del buen servicio y sobre todo de chicas bellas".
Las mujeres libanesas -con su carácter sociable, su amor por la vida, y sobre todo su look moderno al estilo europeo- en los últimos años se han convertido en una atracción central para los turistas árabes que visitan el país. Uno de los puntos más calientes para ese tipo de turismo es Maameltein, el barrio rojo de Líbano, situado 20 kilómetros al norte de Beirut.
Es un lugar donde turistas árabes pueden contemplar mujeres bellas procedentes de Bielorrusia, Ucrania y Rumanía bailando desnudas sobre un escenario. Pasar una noche con una de las bailarinas puede costar 1.000 dólares (unos 700 euros). Un proxeneta en Maameltein, que pidió ser nombrado como Carlos, aseguró a dpa que hay abundantes mujeres, tanto locales como procedentes de Europa en Maameltein. "Los precios varían; las chicas de Europa del Este son las más caras, después están las libanesas, y luego las iraquíes", señaló Carlos.
Clientela
"Durante el verano nuestros principales clientes son hombres de Arabia Saudí, Kuwait y otros Estados del Golfo, mientras que en invierno tenemos muchos clientes libaneses", añadió. A sus cuarenta y muchos años, a Carlos le describen habitualmente como el mejor proxeneta en el distrito, con una clientela constituída en su mayoría por saudíes ricos.
En una vuelta por Maameltein con Carlos uno puede ver a decenas de vehículos, en los que turistas del Golfo jóvenes y de mediana edad recorren la zona en busca de lo que él describe como "una buena pieza". Durante el paseo en coche, Carlos recibe llamadas de sus clientes. "Amigo mío, necesito a tres ucranianas y a una libanesa para una fiesta en mi residencia esta noche", citó Carlos a su interlocutor, quien, según dijo, era de Arabia Saudí. Esto costaría "entre 5.000 y 6.000 dólares (entre 3.500 y 4.200 euros) la noche porque es servicio a domicilio", dijo, mientras se fumaba un enorme puro. En otras partes, muchas de las mujeres son iraquíes que han huído de sus ciudades asoladas por la guerra y que han descubierto que la prostitución es una forma fácil de ganar dinero.
"Huí a Líbano después de la guerra en Irak, con mi madre y mi hermano, después de que mi padre y mis dos hermanos fueran asesinados", dijo una mujer que se identificó como Noura. "No teníamos dinero así que comenzamos a trabajar aquí". Noura, su madre y su hermana trabajan en tres bares distintos. "Sé que éste no es un buen trabajo, pero queremos vivir y ésta es la vía más fácil de ganarse el sustento", dijo, despidiéndose con la mano cuando llegó su cliente.
El proxeneta de Noura, que se hace llamar Kamal, dijo que las mujeres iraquíes consideran que "ésta es su única forma de sobrevivir, especialmente si no tienen otras formaciones y habilidades con las que ganarse la vida". Preguntado por el precio por una mujer iraquí, Kamal respondió: "Si son vírgenes y es su primera vez, puedo conseguir un buen precio: entre 1.000 y 1.500 (700 y 1.000 euros) dólares. Si tienen experiencia, entonces oscila entre los 400 y 500 dólares (280 y 350 euros)".
En lo que a las mujeres libanesas respecta, "sólo las vendemos a hombres extranjeros por miedo a que un día sus familiares se enteren de su profesión secreta", explicó Kamal. "Puedo afirmar que para nosotros ha sido una buena temporada este año", añadió Kamal antes de marcharse con su coche. La prostitución en Líbano se practica clandestinamente desde que una ley de 1998 prohibiese los burdeles. Las licencias legales se limitan a locales que ofrecen espectáculos sexuales. Muchos grupos locales comenzaron a trabajar con chicas jóvenes que trabajaban en la industria.
Dar al Amal, o House of Hope (Casa de la Esperanza), fue establecida en 1969. Afirma que parte de su principal misión es ayudar a niños y adultos a "restablecer su dignidad y recuperar el significado de sus vidas" después de abandonar la industria del sexo. "En los viejos tiempos las casas de prostitución estaban bajo constante vigilancia del gobierno. ¿Pero ahora? Es el caos. El despunte de la industria del sexo en Líbano es una amenaza a la sociedad libanesa y a la reputación de Líbano en el mundo árabe y Europa", dice Hoda al Kara, director de Dar al Amal.
Autor: Weedah Hazmah (DPA)
Foto: AP
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