Algunos llevan zapatillas rotas, otros van descalzos. Ni el hecho de que la pelota esté pinchada es un impedimento para pasar todo el día jugando al fútbol. “¡Messi, Messi, Messi”, gritan todos levantando las manos cuando se les pregunta por el Mundial que los rodea y les alegra la vida, al menos por un rato. “Me gustaría ir al estadio a ver a Messi y a Maradona pero no tenemos dinero para la entrada”, se lamenta Stein, de 11 años. A su lado, Tsham, aunque también es fanático del crack argentino, está un poco triste porque la selección sudafricana, los Bafana Bafana, puede quedar fuera del Mundial.
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