La historia de Mamadou empezó con una desgracia familiar en una tierra abocada a la tribulación: "Hace tres años mi padre perdió una pierna en un accidente y ya no podía trabajar. Mis hermanos y mi madre tampoco lo hacían, y un amigo me aconsejó salir a buscarme la vida". Ese compañero al que se refiere es el que le ayudó en su travesía
hasta el mar, con un viaje en coche hasta Argelia, donde trabajó de
aprendiz de albañil, y una posterior odisea a pie hasta llegar a su
destino marroquí.
Allí decidió subir a una patera. "No tenía otra forma de llegar a España, por eso tuve que elegir esa manera", relata Mamadou, que reunió el dinero que necesitaba para entrar en la embarcación gracias al mismo amigo que le aconsejó. Tras el periplo por el Mediterraneo llegó a Algeciras, donde decidieron trasladarle a un centro de acogida en Murcia. Ahí empezó a forjarse su futuro en el fútbol, tras dejar atrás los días en los que jugaba descalzo con porterías improvisadas: "Quería jugar y llegué al campo del Ucam Murcia. Hablé con el entrenador y le pregunté si podía probarme para entrar en el equipo, y me cogió", cuenta este pivote defensivo, que profesa devoción al Atlético de Madrid, pero que elige a Xabi Alonso como su jugador fetiche.
A la vez que organizaba a su equipo en el campo, Mamadou estructuraba su nueva vida. Así, además de centrarse en aprender castellano, pensaba en prepararse para ser policía. Pero se cercioró de que no iba a ser fácil: "Me dijeron que no podría ser agente si no tenía estudios. Por eso me apunté a un curso de carpintería en el centro de acogida". Ahora piensa en establecerse y ayudar a su familia, a la que piensa volver a ver. Ese posible regreso se lo podrá permitir gracias a su fichaje por las categorías inferiores del Elche, episodio que se fraguó tras un viaje a la ciudad alicantina para hacer una prueba. Tuvo éxito. Allí tendrá formación académica y 1.000 euros anuales para sus gastos, además de una serie de primas en función de los partidos que dispute.
En su nueva situación, sueña con otros proyectos cuando gane más dinero, como ayudar a los pobres o construir un centro de acogida en Mali para ayudar a que otros no tengan que jugarse la vida en la patera: "No volvería a hacerlo. Viajar en la patera fue muy duro. Tuve suerte, pero no se lo recomendaría a nadie", asegura.
Publicado en el diario El Mundo
Autores: Jesús Travieso / Pedro Valeros
Foto: Pedro Valeros
Allí decidió subir a una patera. "No tenía otra forma de llegar a España, por eso tuve que elegir esa manera", relata Mamadou, que reunió el dinero que necesitaba para entrar en la embarcación gracias al mismo amigo que le aconsejó. Tras el periplo por el Mediterraneo llegó a Algeciras, donde decidieron trasladarle a un centro de acogida en Murcia. Ahí empezó a forjarse su futuro en el fútbol, tras dejar atrás los días en los que jugaba descalzo con porterías improvisadas: "Quería jugar y llegué al campo del Ucam Murcia. Hablé con el entrenador y le pregunté si podía probarme para entrar en el equipo, y me cogió", cuenta este pivote defensivo, que profesa devoción al Atlético de Madrid, pero que elige a Xabi Alonso como su jugador fetiche.
A la vez que organizaba a su equipo en el campo, Mamadou estructuraba su nueva vida. Así, además de centrarse en aprender castellano, pensaba en prepararse para ser policía. Pero se cercioró de que no iba a ser fácil: "Me dijeron que no podría ser agente si no tenía estudios. Por eso me apunté a un curso de carpintería en el centro de acogida". Ahora piensa en establecerse y ayudar a su familia, a la que piensa volver a ver. Ese posible regreso se lo podrá permitir gracias a su fichaje por las categorías inferiores del Elche, episodio que se fraguó tras un viaje a la ciudad alicantina para hacer una prueba. Tuvo éxito. Allí tendrá formación académica y 1.000 euros anuales para sus gastos, además de una serie de primas en función de los partidos que dispute.
En su nueva situación, sueña con otros proyectos cuando gane más dinero, como ayudar a los pobres o construir un centro de acogida en Mali para ayudar a que otros no tengan que jugarse la vida en la patera: "No volvería a hacerlo. Viajar en la patera fue muy duro. Tuve suerte, pero no se lo recomendaría a nadie", asegura.
Publicado en el diario El Mundo
Autores: Jesús Travieso / Pedro Valeros
Foto: Pedro Valeros
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