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miércoles, 15 de febrero de 2012

Aumenta el abandono de niños por los enfrentamientos en Sudán del Sur

Los conflictos entre las comunidades étnicas en Likuangole y otras zonas de la región de Jonglei, en Sudán del Sur, dejan más de 2.000 personas muertas y cerca de 250.000 desplazados internos, en su mayoría mujeres y niños. Mas de 170.000 personas han visto sus casas arder. Desde hace décadas, los enfrentamientos entre los Lou Nuer y los Murle por la propiedad del ganado han ido escalando en violencia y hoy son uno de los principales desafíos para la estabilidad en este nuevo país. Desde el pasado diciembre se ha radicalizado la violencia entre las etnias con robos de ganado y quema de los cultivos y casas que dejan a la población totalmente desprotegida.


Unni Krishnan, Director de Emergencias de Plan International desplazado al terreno, describe un escenario de desolación: "Las casas están totalmente quemadas. Hay 40º a la sombra. No hay agua ni comida y la gente no tiene donde resguardarse. En medio del caos, muchos niños están desamparados y se les encuentra deambulando solos y llorando" explica Krishnan.

En un reciente viaje a Sur Sudan, la directora general de la ONG en España, Concha López, en compañía del entonces embajador de España en Sudán y Sur Sudan, Ramón Gil-Casare, pudo comprobar de primera mano la situación en el país: "Igual de importante que la distribución de alimentos es el trabajo de apoyo emocional y de protección a niños y jóvenes. Cuando se produce un desplazamiento masivo de población es muy habitual que los niños pierdan el contacto con sus padres.

Historias como esta se repiten cada día: niños huérfanos, abandonados o separados de sus padres y también madres angustiadas con la situación como Adikira, oriunda de Manyat Village, una de las aldeas arrasadas por la tribu Lou Nuer: "Mis 3 hijos no tienen nada para comer ni dónde dormir. Mi hijo pequeño se despierta llorando por la noche porque tiene frío y mucha hambre.

En Likuangole, uno de los pueblos más afectados, donde se soporta una temperatura media de 40º, no existe agua corriente y la electricidad está limitada a tres horas al día. Allí trabaja Thangko, como supervisor de la ayuda alimentaria que Plan distribuye en la zona. El sursudanés estaba con su mujer y sus seis hijos cuando arrasaron su comunidad. Su familia huyó pero él no pudo abandonarlo. Thangko tardó tres días en reunirse con su familia, mientras tanto estuvo refugiado en el bosque alimentándose a base de frutas silvestres y bebiendo de aguas estancadas. 

Publicado en ElMundo.es
Foto:Reuters

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