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sábado, 23 de abril de 2011

Silencio y escombros

Una ciudad desolada, desnuda y triste. Así es ahora Christchurch, el destino final de nuestra primera etapa. Apenas dos meses después del trágico terremoto que sacudió a esta parte del país, la capital de la región de Canterbury asiste con pavor a las numerosas réplicas que se suceden casi semanalmente desde aquella lúgubre mañana del 22 de febrero.

Con el centro histórico convertido en búnker custodiado por el ejército, sus habitantes tratan de volver a la normalidad entre excavadoras y escombros. Muchos lo perdieron todo, y otros viven con la angustia de no saber aún si podrán regresar a sus casas. En medio de todo este paisaje de ansiedad y desesperación, los contratistas hacen su agosto y los turistas captan en sus cámaras lo que queda de una pequeña metrópoli de diseño gótico.

Tendrá que pasar mucho tiempo (quizá demasiado) para que su imponente catedral se recobre de las heridas, para que las bateas vuelvan a surcar el río Avon y para que su centenario tranvía atraviese de nuevo la urbe más inglesa de toda Nueva Zelanda. Para los viajeros de paso como nosotros, el llanto de Christchurch apenas se oye desde el valle de Waipara, Akaroa o el condado de Mackenzie, pero se hace más desconsolado a medida que uno se acerca a los cafés destrozados de High Street o las colecciones dañadas del Arts Centre.

Quizá haya sido mejor así; quizá este manto de silencio y tristeza típico de Viernes Santo sea la mejor forma de dejar atrás un país que nos ha fascinado desde que lo pisamos por primera vez hace ahora un mes. Puede que la imagen dañada de esta encantadora ciudad nos empuje a regresar algún día, para contemplar tal como fue la zona más cosmopolita y multirracial de este lado del mundo.

Porque, al igual que nosotros, Christchurch mira hacia delante con optimismo, con la ilusión de saber que habrá más destinos mágicos por descubrir, gente interesante a la que conocer y capítulos nuevos que escribir.





1 comentario:

Anónimo dijo...

Olé! Que bien lo has escrito José. Muy bien.

Para mi también es una pena ver Christchurch así. Que recuerdos!

Un abrazo y ahora, Bali! =)