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sábado, 2 de abril de 2011

El Festival de la Zanahoria

Si Bugs Bunny eligiera un sitio como retiro tras su exitosa carrera cinematográfica, sin duda eligiría Ohakune. Porque este pequeño municipio de apenas 1.400 habitantes está considerado como la capital mundial de la zanahoria. De hecho, la hortaliza está presente en el devenir cotidiano de las gentes de este pueblecito, que la emplean como ingrediente no sólo en ensaladas y guisos, sino también en hamburguesas o pizzas.

A pesar de que fue sólo un lugar de paso para nosotros, necesitaba dedicar unas líneas al lugar que lleva a gala haber cultivado la mayor zanahoria del mundo, la misma que ahora preside la entrada al pueblo. A mí me parece demasiada hortaliza para tan poco municipio, pero si ellos lo afirman no seré yo quien lo ponga en duda.

Y es que Ohakune lleva la zanahoria grabada a sangre en su propio nombre, pues es el término que en maorí se emplea para definir a tan magno vegetal. Como no podía ser de otro modo (porque siempre están en todas partes), fueron los colonos chinos quienes en los albores de 1900 empezaron a cultivar la hortaliza en esta zona de Nueva Zelanda. El éxito de las primeras producciones fue progresivamente atrayendo a nuevos agricultores, que no dudaron en despejar incluso con explosivos los terrenos donde poner en marcha nuevas plantaciones.

Como una cosa lleva a la otra, y con el alcohol y la juerga como añadido, hacia 1930 se instauró el Festival de la Zanahoria (The Carrot Festival, que dicen aquí), que coincide con el Martes de Carnaval en esta parte del mundo. Para tal ocasión, los lugareños se visten de color naranja y celebran un concurso de lanzamiento de zanahorias, a cuyo último ganador sin duda me habría gustado entrevistar si hubiera tenido más tiempo.

Dicho evento, que aquí tiene lugar en torno al mes de julio (una época que considero mucho más acertada para celebrar unos carnavales), atrae cada año a más de 5.000 jóvenes deseosos de probar las zanahorias y, de paso, emborracharse (una excusa como otra cualquiera). Lo irónico del caso es que no es necesario recurrir a las propiedades depurativas y oculares de la hortaliza, ni tan siquiera a los placeres banales del alcohol y el sexo, para convencer a los viajeros de los encantos de esta agradable población, un singular retiro invernal que, más allá de las zanahorias, ofrece un sinfín de actividades a los amantes de la montaña y la nieve.

1 comentario:

Lady Vader - kiwi dijo...

¿Julio una buena época para unos carnavales? Es como celebrarlos en Enero en la península, que hace un poquito más de frío que en Tenerife ;)