Las carreras en silla de ruedas se han convertido en un popular deporte de Camboya que crea nuevos héroes y permite ganarse la vida a personas víctimas de las minas terrestres y a las afectadas por la poliomelitis. Las piernas de Chun Phun quedaron deformadas cuando con dos años enfermó de polio y desde entonces siempre ha necesitado las muletas o la silla de ruedas para desplazarse.
"No era fácil encontrar un trabajo ni relacionarse. Nadie quiere a una persona que no puede andar", asegura este joven de 28 años que reside en Phnom Penh, la capital camboyana. "Ahora me siento con poder, la gente me apoya y sólo sueño con ser el número uno", explica mientras pone a punto su silla para el entreno anterior a su próxima carrera.
La popularidad de estas carreras en silla de ruedas ha aumentado en los últimos años gracias a que éstas son retransmitidas por la televisión nacional y a que algunos atletas camboyanos han empezado a competir en pruebas internacionales. Van Vun, de 25 años, es el principal artífice de la popularidad que ha adquirido este deporte y sobre él los camboyanos depositan sus esperanzas de que el país indochino obtenga su primera medalla olímpica en la modalidad en los próximos Juegos de Londres 2012.
"Sólo necesito mantener durante este año mi primer puesto en la liga nacional y tendré una plaza para competir", asegura este joven que se subió a una silla por primera vez a la edad de 15, aunque durante muchos años sólo pudo utilizarla en el interior de su casa, debido al pésimo estado de las calles. Los atletas reciben el apoyo de la Liga Nacional Camboyana de Voleibol para Discapacitados, entidad que comenzó impulsando equipos de voleibol y que en 2004 puso en marcha el programa de carreras en sillas de ruedas.
"Nuestra intención es que Camboya sea el centro asiático de todo tipo de deporte para discapacitados", apunta Christopher Minko, secretario general de la organización.
"La sociedad está respondiendo muy bien y considera a algunos de ellos como verdaderos héroes", continúa. La organización paga un magro salario de 40 dólares mensuales a los deportistas para ayudarles a costearse la vida, dinero al que unos suman el premio en metálico de las carreras, que ronda los 200 dólares por un primer puesto en una competición nacional.
Además provee a los atletas de sillas de competición, más ligeras y con una estructura ergonómica, cuyo coste,- unos 6.000 dólares-, es demasiado elevado para la capacidad adquisitiva de la inmensa mayoría de ellos, pues en Camboya un tercio de la población vive con menos de un dólar diario. Este programa ha permitido aumentar el número de corredores y actualmente a nivel nacional compiten cerca de medio centenar de atletas de los cinco clubes que se han creado en el país. "La mayoría de ellos tienen discapacidades por polio, aunque también hay víctimas de minas antipersona", asegura Khoun Socheata, administradora de la organización humanitaria.
Las condiciones en las que entrenas son duras y hasta peligrosas, dado que Camboya carece de las instalaciones deportivas que precisan para practicar la mayoría de los deportes. Para mantenerse en forma, Van Vun y Chun Phun se ven obligados a correr cada día durante varias horas por una calle del centro de Phnom Penh en la que sortean automóviles, motos, motocarros y peatones que cruzan de un lado a oro. "No me importa. Yo disfruto y sólo pienso en ser el número uno. Si no, probablemente estaría reparando televisores. Esto es mejor", explica Van Vun, quien también enfermó de polio a los dos años.
A menudo, los corredores se sienten arropados por el público camboyano que les anima cuando acude a ver los entrenamientos. "Muchos días los veo entrenar aquí y luego veo las carreras en la televisión. Es muy difícil lo que hacen", asegura Sopheap, uno de los admira de Van Vun. El empleo de la silla de ruedas no está muy extendido entre las personas de Camboya con discapacidad, debido a los innumerables obstáculos que hay en las calles de cualquier ciudad del país, uno de los más pobres de Asia. En Camboya se estima que unas 50.000 personas tienen discapacidad por culpa de las minas antipersonales y otras 60.000 como secuela de la polio, según los datos de Naciones Unidas.
Fuente: EFE
Foto: Laura Villadiego
"No era fácil encontrar un trabajo ni relacionarse. Nadie quiere a una persona que no puede andar", asegura este joven de 28 años que reside en Phnom Penh, la capital camboyana. "Ahora me siento con poder, la gente me apoya y sólo sueño con ser el número uno", explica mientras pone a punto su silla para el entreno anterior a su próxima carrera.
La popularidad de estas carreras en silla de ruedas ha aumentado en los últimos años gracias a que éstas son retransmitidas por la televisión nacional y a que algunos atletas camboyanos han empezado a competir en pruebas internacionales. Van Vun, de 25 años, es el principal artífice de la popularidad que ha adquirido este deporte y sobre él los camboyanos depositan sus esperanzas de que el país indochino obtenga su primera medalla olímpica en la modalidad en los próximos Juegos de Londres 2012.
"Sólo necesito mantener durante este año mi primer puesto en la liga nacional y tendré una plaza para competir", asegura este joven que se subió a una silla por primera vez a la edad de 15, aunque durante muchos años sólo pudo utilizarla en el interior de su casa, debido al pésimo estado de las calles. Los atletas reciben el apoyo de la Liga Nacional Camboyana de Voleibol para Discapacitados, entidad que comenzó impulsando equipos de voleibol y que en 2004 puso en marcha el programa de carreras en sillas de ruedas.
"Nuestra intención es que Camboya sea el centro asiático de todo tipo de deporte para discapacitados", apunta Christopher Minko, secretario general de la organización.
"La sociedad está respondiendo muy bien y considera a algunos de ellos como verdaderos héroes", continúa. La organización paga un magro salario de 40 dólares mensuales a los deportistas para ayudarles a costearse la vida, dinero al que unos suman el premio en metálico de las carreras, que ronda los 200 dólares por un primer puesto en una competición nacional.
Además provee a los atletas de sillas de competición, más ligeras y con una estructura ergonómica, cuyo coste,- unos 6.000 dólares-, es demasiado elevado para la capacidad adquisitiva de la inmensa mayoría de ellos, pues en Camboya un tercio de la población vive con menos de un dólar diario. Este programa ha permitido aumentar el número de corredores y actualmente a nivel nacional compiten cerca de medio centenar de atletas de los cinco clubes que se han creado en el país. "La mayoría de ellos tienen discapacidades por polio, aunque también hay víctimas de minas antipersona", asegura Khoun Socheata, administradora de la organización humanitaria.
Las condiciones en las que entrenas son duras y hasta peligrosas, dado que Camboya carece de las instalaciones deportivas que precisan para practicar la mayoría de los deportes. Para mantenerse en forma, Van Vun y Chun Phun se ven obligados a correr cada día durante varias horas por una calle del centro de Phnom Penh en la que sortean automóviles, motos, motocarros y peatones que cruzan de un lado a oro. "No me importa. Yo disfruto y sólo pienso en ser el número uno. Si no, probablemente estaría reparando televisores. Esto es mejor", explica Van Vun, quien también enfermó de polio a los dos años.
A menudo, los corredores se sienten arropados por el público camboyano que les anima cuando acude a ver los entrenamientos. "Muchos días los veo entrenar aquí y luego veo las carreras en la televisión. Es muy difícil lo que hacen", asegura Sopheap, uno de los admira de Van Vun. El empleo de la silla de ruedas no está muy extendido entre las personas de Camboya con discapacidad, debido a los innumerables obstáculos que hay en las calles de cualquier ciudad del país, uno de los más pobres de Asia. En Camboya se estima que unas 50.000 personas tienen discapacidad por culpa de las minas antipersonales y otras 60.000 como secuela de la polio, según los datos de Naciones Unidas.
Fuente: EFE
Foto: Laura Villadiego
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