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viernes, 28 de noviembre de 2008

"Nunca he creído en la caridad, sino en lo que uno puede conseguir con su trabajo"

Nacida en uno de los países del mundo que posee la renta per cápita más baja, Bibi Russell fue la primera mujer de Bangladesh que estudió en la prestigiosa Escuela de Moda de Londres. Tras una exitosa carrera como modelo, y después de desfilar para diseñadores como Armani, Yves Saint Laurent o Karl Lagerfeld, regresó a su país natal para contribuir a su desarrollo. Con ese objetivo fundó la firma Bibi Productions, e impulsó junto a la Unesco el proyecto ’Moda para el desarrollo’. Con él ha dado trabajo a 35.000 personas sólo en su país, por lo que ha recibido numerosos reconocimientos. Estos días se encuentra en Tenerife en el marco del foro de la ONU Ocho Ciudades, ocho Objetivos. DIARIO DE AVISOS ha dialogado con ella acerca de los complejos retos a los que se enfrenta en la actualidad la sociedad en la que vivimos.

- Usted fue la primera mujer de su país que estudió en la Escuela de Moda de Londres y, desde entonces, se convirtió en referente para muchas mujeres de países del Tercer Mundo...
"Cuando me fui a estudiar a Londres, todo el mundo esperaba que hiciese una carrera como Medicina, Derecho o alguna Ingeniería, que es lo que se suele estudiar cuando te vas fuera. Pero yo quería hacer algo diferente. La razón es que en este mundo alguien puede no tener una casa o puede estar sin comer dos días, pero todos tenemos que vestirnos; nadie puede ir desnudo por la calle porque, entre otras cosas, te detiene la policía. Esto, en un país como Bangladesh, es todavía más relevante, ya que otorga a las personas que se dedican a esto un importante desarrollo socioeconómico. Me di cuenta que para una población como la mía ésta era una buena salida; por eso quise estudiar diseño; para poder hacer algo por ellos. Pero se tiene que estar realmente preparado y ser fuerte, porque es un trabajo muy duro. No sólo basta fabricarlo, también hay que venderlo; para lo cual se necesitan comprender las demandas de los distintos países".

- ¿Por qué decidió regresar a su país después de todo lo que había conseguido?
"El único sueño que yo tenía cuando empecé en el mundo de la moda era adquirir la preparación suficiente para volver a mi país y poner en práctica este proyecto. Por eso, lo que estoy haciendo ahora representa en realidad el sueño de mi vida".

- Usted ejemplifica la afirmación de que muchos de los problemas que tienen los países desfavorecidos, sólo se pueden resolver desde dentro...
"Cierto. En Bangladesh antes existía la convicción de que para poder ganarte la vida tenías que salir fuera. Sin embargo, mi proyecto ha demostrado que esas pequeñas comunidades pueden vivir de su trabajo. Al principio había muchas dudas, y me recordaban continuamente que yo había estado fuera del país durante 25 años. Con el tiempo hemos conseguido que muchas personas abandonen la pobreza extrema viviendo de su trabajo. Tenerife es un lugar idóneo para impulsar proyectos como Moda para el desarrollo en África, porque se dan las condiciones geográficas necesarias, y también porque es sensible a sus problemáticas. La Isla cuenta con un enorme potencial turístico, lo que se puede aprovechar para mostrar y vender productos artesanos tradicionales. Yo no creo en la caridad, nunca he creído en ella; creo en lo que una persona puede conseguir con su trabajo".

- ¿Cómo llegó la oportunidad de colaborar con el proyecto ’Moda para el desarrollo’ de Women Together?
"Cuando volví de Inglaterra a Bangladesh en 1994 pasé los primeros meses resolviendo problemas legales, así como entendiendo las necesidades de las diferentes comunidades y sus dialectos. Los primeros dos años trabajé codo con codo sin descanso con personas de diferentes lugares del país, algo que no fue fácil. No sólo se trataba de diversos dialectos, sino también de distintos hábitos y costumbres. Pude estar con ellos en todos los ámbitos de sus vidas y eso me permitió aprender mucho. En 1996 Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la Unesco, me proporcionó un apoyo fundamental. Fue en este momento cuando me llegó la oportunidad de colaborar con Moda para el desarrollo. Al mismo tiempo conocí a la Reina Sofía, que apoyó mis diseños y el proyecto y, de manera paralela, conocí también a Joana Caparrós (presidenta de Women Together). Es por eso que llevo a España en mi corazón. La gente española creyó en mi y en mi trabajo. Ha sido fundamental, porque gracias a este apoyo mi trabajo se dio a conocer en el extranjero, y yo pasé a colaborar con una entidad como Women Together".

- El problema es que continentes como África están perdiendo a muchos de sus talentos, porque deciden embarcarse hacia Europa buscando un futuro mejor, y la mayoría no piensan en volver a sus países...
"Sí. De hecho, en las calles se ven muchas personas con un enorme talento creativo, vendiendo sus productos a un precio mínimo, dos o tres euros, cuando en realidad podrían venderlo a 20 euros si se dieran otras condiciones. Se está perdiendo la posibilidad de que estos talentos puedan generar riqueza en sus propias comunidades, y eso es un drama".

- Proyectos como el suyo, ¿chocan con los intereses de las grandes compañías o con los de los propios gobiernos de muchos países subdesarrollados?
"Sí, es muy difícil ponerlos en marcha. Evidentemente hay dos niveles, el de las grandes corporaciones y el de los talentos individuales. Pero las cosas pueden cambiar rápido. Por ejemplo, en Italia hace años se podía fumar en todas partes, y ahora no. A veces en poco tiempo se puede conseguir que la gente cambie su forma de pensar. Sería deseable que las grandes compañías dejaran espacio a los grandes creadores, que representan la tradición, la memoria, la creatividad de un país.

- En este contexto, usted misma se habrá encontrado muchas diferencias entre los migrantes de ahora y los que salieron de sus países hace 20 años, ¿no es así?
"Lo ideal sería que si sales puedas volver y aplicar lo aprendido y tu talento a tu país, igual que yo hice. Las condiciones en las que salen muchas personas de sus países son distintas, pero yo también echaba mucho de menos a mis padres. A veces tenemos prejuicios hacia personas que son de lugares pobres y donde supuestamente viven personas de peor nivel; pero eso no tiene por qué ser así. Yo a lo mejor lo parezco, pero tengo un pasaporte mucho mejor que otros que proceden de países desarrollados y que me juzgan negativamente. Debemos abandonar esos prejuicios, porque todos los ciudadanos somos iguales".

- En estos momentos de crisis mundial, y teniendo en cuenta que la recesión afecta de manera especial a los países más desfavorecidos, ¿cómo se pueden lograr los Objetivos del Milenio?
"Creo que la crisis está más a otros niveles, como el financiero y el de las grandes empresas. En Bangladesh, por ejemplo, no está afectando al funcionamiento de proyectos como el mío, aunque sí es verdad que ha subido el coste de algunas materias y productos, porque todo está conectado. Pero hay que seguir trabajando inaccesibles al desaliento, tratando de dejar de lado todos estos problemas. Nosotros no recibimos grandes donaciones ni subvenciones millonarias, sino que trabajamos con nuestros presupuestos y parámetros de siempre".

Texto: José Luis Cámara
Foto: Lucio Llamas

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