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jueves, 12 de enero de 2012

Las 'indignadas' camboyanas cantan para luchar contra los desahucios

Un grupo de mujeres camboyanas lucha contra la ola de desahucios desatados por el desarrollo y que lleva a cabo el Gobierno con un disco que han grabado para reivindicar sus derechos y alentar a la solidaridad. Las ocho canciones de 'El desarrollo separa a familias' denuncian el caso de Boeung Kak, un barrio situado en torno a un lago de la capital camboyana, Phnom Penh, que ha sido drenado con arena para construir una zona de oficinas y apartamentos de lujo.


Con ritmos clásicos camboyanos y las potentes voces de tres de las mujeres cuyas casas están amenazadas por el derribo, las letras aluden a las consecuencias negativas del desarrollo urbanístico, por el que los "pobres lo pierden todo". "Queremos que la gente se solidarice con las personas que están siendo desahuciadas y que se unan a nuestra lucha porque es de todos", asegura Tep Vanny, una de las cantantes y de las líderes de este movimiento.

Boeung Kak era un popular barrio en el que hasta hace poco residían más de 4.000 familias y que albergaba una agitada zona de pequeños hostales muy conocida entre los viajeros por sus precios asequibles. La mayoría de sus habitantes vivía, sin embargo, de la pesca en el lago o de la venta en pequeños puestos callejeros y se alojaban en casas de madera construidas sobre el agua, chabolas hechas con placas de aluminio o, los más afortunados, en algunos edificios de ladrillo.

En febrero de 2007, el ayuntamiento de Phnom Penh concedió a la empresa china Shukaku Inc la gestión del lago por un periodo de 99 años con el objetivo de construir un complejo de apartamentos de lujo, oficinas y centros comerciales en un área total de 133 hectáreas.
A cambio del desalojo, el Gobierno ofreció a las familias una compensación económica de 8.000 dólares o la opción del traslado a un poblado situado a una veintena de kilómetros de Phnom Penh, donde una vez instaladas recibirían los títulos de propiedad. "Esa cantidad no es suficiente para comprarse una casa en Phnom Penh, así que la única solución es marcharse y abandonar el trabajo", asegura Tep Vanny.

Sin embargo, unas 3.0000 familias aceptaron las condiciones "por miedo", asegura Vanny, o tras la demolición de sus casas, cuyos esqueletos aún salpican el paisaje. Otro millar de familias se han negado a abandonar el lugar y han protagonizado frecuentes manifestaciones y originales campañas e iniciativas como la de este disco que es repartido gratuitamente durante las protestas callejeras. La fuerte presión social ha llevado al Gobierno camboyano a ceder 12 hectáreas del complejo para 800 familias que reciben de forma escalonada títulos de propiedad, aunque las autoridades aún amenazan con echar a otro centenar de familias. "Vamos a seguir luchando y cantando para que se dé terreno a todos, porque en el área concedida hay espacio suficiente para todo el mundo", asegura Chan Reaksmey, autora de tres de las canciones.

La familia de Chan ha sido una de las que ha conseguido un título de propiedad, pero sobre su casa se ha proyectado una nueva carretera y teme que intenten desahuciarla de nuevo. "No tenemos derechos. Nos echan cuando quieren y como quieren", explica esta esteticista que se gana la vida pintando las uñas de las mujeres de residen cerca del lago. La comunidad ha repartido hasta el momento cien copias gratuitas del disco durante las manifestaciones y prepara una segunda edición de las canciones que pueden escucharse en algunas radios independientes.

El régimen del Jemer Rojo, que rigió el país entre 1975 y 1979 y causó la muerte de dos millones de personas, abolió la propiedad privada y la mayor parte de los camboyanos fueron desplazados lejos de sus lugares de residencia. Después de la caída del régimen y con la llegada al poder del partido comunista afín al régimen de la vecina Vietnam, el suelo fue gestionado por pequeñas comunas hasta que en 1989 se reconoció la propiedad de las parcelas ocupadas a partir de 1979, aunque pocos consiguieron un documento que acreditara que era de su propiedad. Desde 2003, al menos 250.000 personas han perdido sus hogares o comercios en el país para dar paso a la construcción de fábricas, complejos hoteleros, o como en el caso del lago, lujosos centros de oficinas, según un informe de la ONG local LICADHO.

Fuente: EFE
Foto: Reuters

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