“Sentimos sinceramente la demora, pero los recursos disponibles se priorizan atendiendo a la gravedad del diagnóstico y a la lista de espera”. Así de tajante ha sido la respuesta ofrecida por el Servicio Canario de la Salud (SCS) a Ramón Carlos Delgado, un tinerfeño de 40 años que lleva desde abril de 2011 esperando que le realicen un bypass gástrico, una modificación anatómica del sistema digestivo que palie su obesidad mórbida.
Como publicó este periódico el pasado 26 de diciembre, Ramón tiene una grave afección en las tiroides, que desde hace seis años le provoca una seria tendencia a engordar. En la actualidad, y aunque apenas come, ya está en 175 kilos de peso, lo que le impide hacer vida normal e incluso lo ha situado al borde de la muerte en varias ocasiones. Sin embargo, su estado no parece ser suficiente para el SCS, que la semana pasada respondió a su reclamación afirmando que ya se le avisará para su intervención, “teniendo en cuenta su turno operatorio”. Ello, a pesar de que Ramón suma más de nueve meses en la lista de espera quirúrgica, tiene un informe médico donde se indica la gravedad de su estado, e incluso el pasado 13 de diciembre tenía cita en el Hospital de la Candelaria para hacerse las pruebas previas a la operación.
“Me dijeron que no podían operarme porque el Gobierno de Canarias suspendió en junio las intervenciones que se llevaban a cabo por las tardes”, explica Ramón, quien asegura que “el cirujano me dijo que solo se hacen operaciones oncológicas y de urgencia, y que tampoco podrán intervenirme en un hospital concertado”, agrega el joven tinerfeño, que no puede pagar los cerca de 15.000 euros que puede costar una intervención así en la sanidad privada.
Con un índice de masa corporal superior a 60, la cirugía bariátrica es la única solución posible para Ramón, puesto que es el mejor tratamiento para lograr el adelgazamiento duradero en pacientes obesos para quienes han fracasado los métodos no quirúrgicos de reducción de peso. De hecho, está demostrado que el bypass gástrico muestra una bajada de peso superior al 65% del sobrepeso tras cinco años de seguimiento. Su enfermedad, que es un problema de salud pública en muchos países y que se ha ido incrementando como efecto de los cambios en las costumbres alimentarias, no solo le afecta a nivel físico, también lo ha dejado sin trabajo y lo ha llevado al borde de la locura.
Publicado en el Diario de Avisos (Tenerife)
Como publicó este periódico el pasado 26 de diciembre, Ramón tiene una grave afección en las tiroides, que desde hace seis años le provoca una seria tendencia a engordar. En la actualidad, y aunque apenas come, ya está en 175 kilos de peso, lo que le impide hacer vida normal e incluso lo ha situado al borde de la muerte en varias ocasiones. Sin embargo, su estado no parece ser suficiente para el SCS, que la semana pasada respondió a su reclamación afirmando que ya se le avisará para su intervención, “teniendo en cuenta su turno operatorio”. Ello, a pesar de que Ramón suma más de nueve meses en la lista de espera quirúrgica, tiene un informe médico donde se indica la gravedad de su estado, e incluso el pasado 13 de diciembre tenía cita en el Hospital de la Candelaria para hacerse las pruebas previas a la operación.
“Me dijeron que no podían operarme porque el Gobierno de Canarias suspendió en junio las intervenciones que se llevaban a cabo por las tardes”, explica Ramón, quien asegura que “el cirujano me dijo que solo se hacen operaciones oncológicas y de urgencia, y que tampoco podrán intervenirme en un hospital concertado”, agrega el joven tinerfeño, que no puede pagar los cerca de 15.000 euros que puede costar una intervención así en la sanidad privada.
Con un índice de masa corporal superior a 60, la cirugía bariátrica es la única solución posible para Ramón, puesto que es el mejor tratamiento para lograr el adelgazamiento duradero en pacientes obesos para quienes han fracasado los métodos no quirúrgicos de reducción de peso. De hecho, está demostrado que el bypass gástrico muestra una bajada de peso superior al 65% del sobrepeso tras cinco años de seguimiento. Su enfermedad, que es un problema de salud pública en muchos países y que se ha ido incrementando como efecto de los cambios en las costumbres alimentarias, no solo le afecta a nivel físico, también lo ha dejado sin trabajo y lo ha llevado al borde de la locura.
Publicado en el Diario de Avisos (Tenerife)
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