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domingo, 26 de octubre de 2008

"Hay que estar alerta, pero los inmigrantes no traen afecciones que no se puedan controlar"

Profesor titular del Departamento de Parasitología, Ecología y Genética de la Universidad de La Laguna de Tenerife, y director del Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias, Basilio Valladares lleva más de una década estudiando afecciones como la malaria, la enfermedad de Chagas o el tifus. A muchas de ellas se las identifica erróneamente con el aumento de la inmigración irregular que entra por vía marítima al Archipiélago. Sus investigaciones y las cifras que resultan de las mismas son concluyentes. DIARIO DE AVISOS ha contactado con él en una semana en la que han vuelto a encenderse las alarmas después de que se produjera un brote de fiebre tifoidea en el centro de internamiento para extranjeros de Hoya Fría.

- ¿Debemos preocuparnos realmente cuando se habla de enfermedades tropicales traídas por inmigrantes que arriban en cayuco o patera?
"Yo cuando hablo lo hago con datos y basándome en factores que se pueden analizar, no con ideas ni intuiciones. Los datos que nosotros tenemos vienen dados por tres tipos de movimientos: en primer lugar están nuestros turistas, que salen y entran; a veces son muy imprudentes y regresan con enfermedades; después está la inmigración legal, porque España es uno de los principales receptores de personas de Europa del Este, Sudamérica, etc, que también pueden traer una serie de afecciones. Lo que hay que ver es cuáles se pueden propagar aquí y cuáles no. El tercer grupo son las personas que entra de manera ilegal en cayuco. Sin embargo, todos entran en el mismo saco, porque si un turista se va de viaje a Ghana, puede traer la misma enfermedad que un ciudadano de ese país. De hecho, en muchas ocasiones son más los turistas que viajan cada año a zonas tropicales que los inmigrantes que entran irregularmente".

- ¿Es posible un contagio masivo en el Archipiélago de alguna de estas enfermedades?
"No. Hay muchas que no son transmisibles aquí, por mucho que uno quiera. Por tanto, nuestra preocupación es diagnosticar y tratar a la persona que la tiene, lo mismo que se haría con cualquiera. Y si la enfermedad fuera transmisible, hay que tomar una serie de medidas de control. Las cifras que nosotros tenemos son claras. Por ejemplo, es verdad que los inmigrantes están trayendo afecciones como la malaria, pero no ha habido ni un solo caso autóctono de malaria en Canarias. A pesar de que en Tenerife y en España ha habido malaria, como consecuencia de lo que está viniendo, no se ha producido ningún caso".

- ¿Cuáles son las cifras que manejan en el Instituto de Enfermedades Tropicales de Canarias?
"En 2006, que fue la gran avalancha migratoria desde África, apenas hubo 46 casos de inmigrantes con malaria, y de turistas unos 12. Pero casos autóctonos de malaria, cero. Todos se trataron y ninguna persona falleció a consecuencia de la enfermedad. Ni mucho menos se transmitió. En la actualidad las cifras son similares o menores, y el control todavía es más riguroso".

- Además de la malaria, ¿qué afecciones se han encontrado en las Islas como consecuencia de la inmigración?
"Otro ejemplo es la enfermedad de Chagas, propia de Sudamérica, pero que se transmite por transfusión sanguínea, por vía placentaria, por trasplante, etc. Aquí hay muchas personas que vienen con ella, porque se cronifica y pasa desapercibida; pueden ser donantes de sangre, o también ha habido casos de madres cuyos hijos nacen con la enfermedad. Cuando nos dimos cuenta, lo que se hizo fue que en los análisis que se realizan en los bancos de sangre, además de reseñar si ha padecido hepatitis o VIH, se pone también el diagnóstico de la enfermedad de Chagas. Es decir, aunque lleguen estas afecciones, se controlan y no hay ningún problema".

- ¿Y en lo que se refiere a las enfermedades víricas?
"En las enfermedades víricas también se toman medidas. Por ejemplo, con la tuberculosis. Hay que dejar claro en primer lugar que no todas las personas que llegan en cayuco tienen tuberculosis, como se ha dicho en alguna ocasión por ahí. De hecho, hay más tuberculosis de nacionales en Canarias que en inmigrantes. Es cierto que llegaron algunos, pero se cogió a tiempo; hubo otros a los que se ingresó, se les puso en tratamiento y se curaron. Lo mismo que hacemos con los españoles. Por tanto, yo mandaría un mensaje de tranquilidad, porque los inmigrantes llegan con algunas enfermedades, pero con menos de las que se dicen, bastantes menos. Vienen con algunas enfermedades, pero la mayoría no son transmisibles, y las que sí lo son, se tienen los cuidados correspondientes".

- ¿Están los servicios sanitarios de Canarias preparados para diagnosticar a tiempo este tipo de enfermedades?
"Tenemos unos profesionales sanitarios espectaculares. No obstante, es verdad que el diagnóstico de algunas de estas enfermedades es bastante peculiar. Hay que mejorarlo, es cierto, pero hasta la fecha no se han generado problemas de consideración. Y eso que han llegado muchos inmigrantes en los últimos años, del mismo modo que también ha habido muchos desplazamientos de turistas a países de riesgo. Cada vez se va adquiriendo un mayor nivel sanitario en las Islas. Hay que estar alerta, pero no puedo admitir que se diga que no estamos preparados. Tanto en el Hospital Universitario como en La Candelaria tenemos unos profesionales magníficos en infecciosas, pero son gente sencilla, que no suele salir en los medios ni alardear de sus méritos".

- ¿Tiene Canarias unas condiciones que favorecen la llegada de algunos parásitos?
"Canarias posee sus propios parásitos, tanto en animales como en personas, aunque están controlados con relativa seguridad. Han disminuido los de transmisión hídrica, porque la calidad del agua es mejor, las aguas residuales se depuran y están prohibidos los pozos negros. Y los de origen animal son menos frecuentes porque la cantidad de animales en las Islas es menor. Cada lugar tiene sus parásitos y las personas normalmente traen los de su zona. Pero a veces me pasan los análisis de uno de estos inmigrantes, y me dicen que afirma provenir de Argel. Pero cuando analizo sus pruebas, compruebo que está afectado por un parásito que no es de ese lugar".

- ¿Cómo es el protocolo que se sigue con estas personas que llegan afectadas por enfermedades tropicales?
"Primero están los equipos de respuesta inmediata de Cruz Roja y el Servicio de Urgencias Canario, que son los que derivan a los inmigrantes que están en peor estado a los centros de salud o al hospital. Luego, dependiendo de la enfermedad, el seguimiento es distinto. Por ejemplo, en una persona con malaria el tratamiento normal dura una semana o diez días. Con la tuberculosis, en cambio, el seguimiento dura en torno a los seis meses. De hecho, hay una cadena entre los neumólogos de la red de institutos de enfermedades tropicales, por medio de la cual se contacta con especialistas de otras provincias en caso de que el paciente se desplace, para seguir controlando su tratamiento. Repito que siempre hay que estar alerta, pero indiscutiblemente, estamos preparados para cualquier eventualidad".

- Últimamente se habla mucho del cambio climático y sus posibles consecuencias a nivel sanitario en las Islas. ¿Qué opinión le merece?
"Yo no entro en si hay o no cambio climático, porque no soy meteorólogo. Lo que sí es cierto es que están ocurriendo cosas, y que la Organización Mundial de la Salud o la FAO hablan abiertamente de hipótesis al respecto. Nosotros venimos estudiando desde hace tiempo las consecuencias, en lo que a enfermedades se refiere, que se producirían si aumenta o disminuye bruscamente la temperatura o la pluviosidad en el Archipiélago. Canarias es un magnífico laboratorio para estudiar las enfermedades parasitarias, porque tenemos unas Islas casi desérticas, como Fuerteventura, Lanzarote o el sur de Tenerife y Gran Canaria; y otras que se parecen más a un bosque tropical, como es el norte de Tenerife o La Palma. Yo tengo ya resultados respecto a algunos parásitos que existen aquí, que están en unas zonas y no en otras. Hay parásitos a los que les va a afectar, pero a otros no, y va a depender de nuestro nivel socio-sanitario el que disminuyan o aumenten. Y en lo que se refiere a los que podrían entrar, es verdad que un aumento de la temperatura o una disminución de la pluviosidad favorecería la llegada de determinados parásitos; pero también ahora están entrando y los tenemos controlados. ¿Por qué no lo vamos a controlar dentro de unos años, cuando suban los dos o tres grados que se dice van a subir? De hecho, en España había malaria hasta el año 1961, y también en Canarias; lo mismo que fiebre amarilla. Sin embargo, fuimos capaces de controlar las posibles transmisiones de esas enfermedades merced a nuestro sistema sanitario. Para eso estamos, para evitar que se produzcan situaciones así".

Publicado en el DIARIO DE AVISOS el 10 de agosto de 2008

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