Aquellos que seguimos ciertos conflictos internacionales durante años conseguimos algunas claves para entender lo que pasa en ellos, algo que no se consigue fácilmente. Debemos trabajar sobre hipótesis que sólo el futuro confirma o desmiente. Sabemos que las declaraciones oficiales se emplean usualmente para desviar la atención sobre lo que está ocurriendo en realidad, y forma parte del juego emplear la mentira en determinados casos (y en esto, como en todo, los hay quienes lo hacen más que otros).
Los Comités de Solidaridad con África Negra seguimos de cerca la situación del Congo desde 1991. Siempre hemos tenido interés por tener contactos directos con religiosos y religiosas españoles y con miembros de organizaciones locales de defensa de los derechos humanos que nos han contado qué es lo que estaba pasando en el país. Actualmente tenemos un grupo de contactos por diversas partes del Congo que nos informan de los acontecimientos y, entre ellos, tenemos contactos en el Kivu que están viviendo lo que aparece estos días en nuestras pantallas de televisión.
Durante los años 1998-2003 la situación de conflicto en el este del Congo era mucho peor que ahora. De hecho, el miedo de la población es que se repitan los acontecimientos de esos 5 años en los que murieron unos 4 millones de congoleños (la cifra que ahora se baraja es de 5 millones de muertos de 1998 hasta nuestros días). Lo sorprendente es que durante esos años en los que Ruanda, Uganda y Burundi invadieron el Congo, con cifras que en momentos eran de millón de muertos por año, esta guerra permaneció totalmente ignorada por los medios de información. ¿Casualidad o ignorancia? Los hechos vividos por la población congoleña se asemejan mucho a las atrocidades de los campos de concentración nazi. Ninguna guerra con tanto muerto tras la II Guerra Mundial. ¿Por qué fue ignorada por las grandes agencias de información que al fin y al cabo son las que dictan qué noticia internacional es importante y cuál no?
Ahora surge la pregunta de por qué están las cámaras mostrando lo que ocurre. Estas agencias, por ahora, informan de las masas de desplazados que huyen de las zonas o ciudades tomadas por el ejército del señor de la guerra Laurent Nkunda. Parece que el ejército congoleño es incapaz de frenar el avance de Nkunda y, por tanto, no es de extrañar que entre los dirigentes de la política internacional surja la idea de que la solución para evitar un derramamiento de sangre masivo y una situación humanitaria catastrófica sea aumentar la cantidad de cascos azules en el terreno, pues los que hay (17.000 efectivos) tampoco les parece suficiente. Algunos dirigentes europeos barajan la posibilidad de mandar una fuerza de intervención rápida de la UE para evitar la catástrofe. Personalmente creo que la intencionalidad de hacer que ahora sea noticia la situación humanitaria en el este del Congo, se debe a algún motivo oculto que no se hace público y que ahora, los que seguimos el conflicto, intentamos descubrir jugando a las adivinanzas. En este momento parece lógico pensar que esas imágenes de masas de gente se muestran para justificar un aumento de cascos azules o la intervención de esa fuerza de intervención rápida europea en la que posiblemente habrá un país que la liderará de forma clara (¿Francia, Bélgica?).
Sumamos a este punto las declaraciones de Javier Solana a 29-10-2008 en donde alaba a los cascos azules (la misión de cascos azules se llama MONUC) por su ejemplar comportamiento permaneciendo, en estos momentos tan arriesgados, sobre el terreno. Lo contradictorio es que precisamente, en estos días la población de Goma y Bukavu, las capitales de Kivu Norte y Kivu Sur, han salido en masa pidiendo que desaparezcan del suelo congoleño todos los cascos azules. ¿Qué sentido tiene esto?
Otro elemento a tener en cuenta: se nombró, en septiembre, al Teniente General español Díaz de Villegas al mando de la MONUC y el 27-10-2008, es decir, menos de dos meses después y relacionado con todo lo que está pasando, dimite del cargo. Alude a motivos personales, pero ¿realmente por qué ha dimitido? La información de nuestros contactos locales dan pistas para entender algunos aspectos. Nos comunican que hay muchos testimonios de personas que han visto a cascos azules transfiriendo armamento a las tropas de Nkunda –es decir, a aquellas que están atacando a la población local- y, los cascos azules están, entre otras cosas, para proteger a los civiles de las torturas, violaciones y asesinatos de las tropas de Nkunda. Otros testimonios son de personas que han visto a cascos azules traficando con oro y otros minerales de alto valor; cargando helicópteros de la MONUC de minerales, helicópteros cuyo destino era la fronteriza Ruanda (y Ruanda es quien ha creado y mantiene a Nkunda). Otros asuntos similares son relativos a abusos sexuales de cascos azules a niñas. Pero bueno, podría decirse que estos son ejemplos aislados, digamos de corrupción de miembros particulares de la MONUC que no tienen que poner en tela de juicio al comportamiento de la misma como tal.
Acusaciones más graves nos llegan. El comportamiento de la MONUC cuando hay combates entre el ejército congoleño y las tropas de Nkunda: si son las tropas de Nkunda quienes vencen en el combate, entonces la MONUC desaparece; sin embargo, cuando el ejército congoleño está en posición de vencer aparece la MONUC, y se interpone entre los combatientes frenando el avance y evitando una posible victoria final de las tropas congoleñas. Otras veces lo que hace la MONUC es facilitar el avance de las tropas de Nkunda: la MONUC ocupa una zona tampón entre ambos bandos, supuestamente para frenar el avance de Nkunda. Pues en ocasiones clave ha abandonado casualmente esa zona tampón aprovechando las tropas de Nkunda la ocasión para hacer un avance sin dificultad de sus posiciones y tomando por sorpresa al ejército congoleño. También se ha visto en diversas ocasiones a Nkunda utilizando helicópteros de la MONUC en algunos de sus desplazamientos.
Pero la situación que ocurrió justo antes de la dimisión del Teniente General Villegas podría ser quizás la gota que colmó su vaso de lo tolerable. Ese mismo día por la mañana las tropas de Nkunda tomaron por sorpresa la base militar de Rumangabo en donde se encontraba buena parte del ejército congoleño. Fue por sorpresa porque las tropas de Nkunda iban vestidas con trajes de la MONUC, y los congoleños, al ver que la MONUC se acercaba se extrañaron, pero no reaccionaron. Los soldados de Nkunda, cuando estuvieron suficientemente cerca, abrieron entonces fuego sobre los congoleños matando a bastantes y provocando una estampida general. El asunto es que ya en junio de 2004, Nkunda tomó la ciudad de Bukavu empleando la misma estrategia: vistiendo a sus soldados de cascos azules y transportándolos en vehículos de la MONUC. Si hubiera sido un robo de uniformes, lo lógico es que los mandos de la MONUC hubieran alertado al ejército congoleño de que las tropas de Nkunda iban disfrazadas de cascos azules, pero ni en 2004 ni ahora lo hicieron.
Hace un mes, miembros del ejército congoleño interceptaron una comunicación de un miembro de la MONUC que estaba llamando con urgencia a un mando del ejército ruandés y le pedía que desde Ruanda acudieran refuerzos rápidamente en apoyo a Nkunda porque el ejército congoleño estaba en una posición de superioridad con respecto a Nkunda. Además en este tipo de ocasiones –que ha sido más de una- la MONUC se retira de una de las zonas más o menos fronterizas en las que está y por ahí pasan las tropas ruandesas para incorporarse en las filas de Nkunda. No es de extrañar que si son ciertas estas acusaciones que nos hacen los congoleños que están sobre el terreno, el Teniente General Villegas opte por dimitir si ve que le es imposible poner un poco de cordura en esta situación y estar realmente al mando de sus tropas. Los cascos azules están favoreciendo una situación en la que podrían perder la vida cientos o miles de civiles inocentes. No es de extrañar tampoco que los congoleños concluyan que la función de la MONUC es evitar que el ejército congoleño no pueda vencer a Nkunda y que sea éste último en todo caso el que avance en sus posiciones. Pero ¿a qué viene este lío? Se está jugando con la vida de miles de personas como si eso no contara para nada. Hay una orden de arresto internacional contra Nkunda acusado de crímenes contra la humanidad (Informe S/2002/764 de la alta comisionada de los Derechos Humanos de la ONU). Además se negó a entregar a la Corte Penal Internacional, en mayo 2008, a su jefe de estado mayor, Bosco Ntaganda, acusado de crímenes contra la humanidad en Ituri desde 2006.
Para seguir entendiendo el conflicto hay que saber que el Congo es uno de los países más ricos del planeta en recursos naturales, especialmente mineros. Oro, diamantes, cobre, cobalto, uranio, estaño y una larga lista de minerales que posee en cantidades descomunales, estando en su suelo las mayores reservas del planeta en algunos de ellos. Especialmente es rico en minerales raros y estratégicos: el caso más conocido es el del coltán, tan necesario para la fabricación de teléfonos móviles, portátiles o naves espaciales. El coltán posee tantalio, que tiene unas características extraordinarias, pero es muy escaso en el planeta y todo apunta a que las mayores reservas del planeta están precisamente en el Congo –en la zona de conflicto-. Si dejara de salir coltán del este del Congo se colapsaría la fabricación de teléfonos móviles. Se podría producir un colapso económico internacional –y más en estos tiempos de crisis-. El efecto que podría tener sobre las grandes multinacionales del sector de las comunicaciones podría ser catastrófico pues una parada en la cadena de producción tal y como están hoy las cosas puede producir una catástrofe rápidamente.
El peligro que representa el Congo para la economía mundial es que es potencialmente la China de África: posee las mayores reservas del planeta de algunos minerales estratégicos, y en el caso del coltán se sospecha que casi podría ser el monopolio. ¿Y se pueden fiar tales temas económicos de esta magnitud, cuya repercusión puede ser tan grande en la economía occidental en manos de cualquier dirigente?
Las cosas están en que, desde 1998, el coltán y otros minerales importantes están saliendo del Congo a través de Ruanda (y también oro por Uganda). Y para las multinacionales tal y como están las cosas, el asunto funciona. Mejor es no tocarlo. El problema está en que todos los beneficios de esas cantidades enormes de minerales están enriqueciendo al clan de Paul Kagame, presidente de Ruanda, que se encarga de mantener milicias ruandesas de diverso tipo (unas de interhamwes hutu –si, si, está financiando a las milicias interhamwe- y otras de tutsi como las de Nkunda). Pero, como es lógico, el Gobierno congoleño pretende cambiar las reglas del juego y rechaza que el pueblo congoleño obtenga –como único “beneficio”- el trabajo esclavizante de niños y jóvenes en las minas y el sufrimiento que las milicias que trafican con el mineral infligen a toda la población. Kabila quiere que los beneficios de las minas sean para los congoleños y no para el clan ruandés. Sin embargo esta legítima reclamación cuenta con la clara oposición de los traficantes que ahora están controlando el mercado mundial del coltán y que además están en alianza con el Presidente de Ruanda, Paul Kagame.
Así pues, atentar contra los intereses del clan de los traficantes y de Kagame, supone un riesgo demasiado alto -se colapsaría el mercado internacional del coltán- para las grandes compañías ligadas a las telecomunicaciones. ¿Y qué gobernante occidental está dispuesto a apoyar acciones contra Kagame y los traficantes y asumir el riesgo que esto supondría para la economía?
Otro problema adicional está en que Kagame y su clan del poder ruandés, juegan muy fuerte. Sus tropas se caracterizan por acciones especialmente sangrientas y crueles con la población civil. Y, sabedor de su posición privilegiada, exige a la comunidad internacional que todos sus crímenes sean silenciados. Él y su FPR (Frente Patriótico Ruandés) han hecho auténticas carnicerías en suelo ruandés y congoleño. Asesinado a cientos de miles de ruandeses –hutu sobre todo- y congoleños. Y sin embargo se hacen esfuerzos ímprobos para poner a Ruanda como ejemplo de desarrollo en África. Internacionalmente se esfuerza mucho para que su imagen se mantenga pulcra. Esto podría explicar cómo sus tropas han invadido el Congo durante varios años y provocado millones de congoleños muertos y el asunto no haya llegado a ser noticia en la prensa internacional.
Otro aspecto a tener en cuenta es que China se ha quedado fuera de este juego. China necesita devorar cantidades inmensas de materias primas para mantener en marcha su tren de producción, y el Congo ofrece enormes cantidades de esas materias primas a precio muy interesante. El Gobierno congoleño está en una situación de debilidad extrema: no tiene dinero –y la comunidad internacional no le quiere dar porque quiere mantenerle débil para que no intente cambiar las reglas del juego-; su presupuesto escaso no le permite ni pagar a los soldados que están en el frente, ni a veces, abastecerles de municiones. Está dispuesto a ofrecer a China lo que necesite si ésta le ayuda. Y aquí empiezan los problemas.
Congo y China firmaron, hace varios meses un contrato de concesión de cobre para China. A cambio China construiría dos aeropuertos, hospitales, escuelas, autovías… Un acuerdo de varios miles de millones de dólares en forma casi de trueque. China está ofreciendo el 30 % de lo que consiga en minerales. En cambio, las multinacionales europeas y americanas están pagando un 5 % y un 12% de las riquezas que declara al sacarlas del país. Y decimos “que declara” porque saca grandes cantidades clandestinamente). Evidentemente, esta competencia con China no es en absoluto del agrado de occidente.
Durante estos últimos meses el Gobierno congoleño ha sufrido fuertes presiones occidentales intentando obligarle a que rescinda los contratos que ya tiene firmados con China, y en el agosto pasado afirmó con rotundidad que mantendría estos contratos. Y ¡qué casualidad! en los últimos días de agosto las milicias de Laurent Nkunda iniciaron esta ofensiva con apoyo de Ruanda a la conquista de los Kivus. Y la MONUC está para vigilar los intereses de la “comunidad Internacional” (o mejor dicho, en este caso de USA, Reino Unido, Bélgica, Holanda y otros) y en última instancia obedece las órdenes de Alan Doss, el Representante Especial del Secretario General de Naciones Unidas para la República Democrática del Congo, y de nacionalidad británica y jefe supremo de la MONUC. Por tanto la MONUC no está para proteger a los civiles –es la constatación más clara de los congoleños- sino para proteger las reglas del juego, y si en un momento dado el Presidente de Ruanda exige que la MONUC vaya a otra zona porque quiere que algunas de sus tropas se metan en el Congo, la MONUC obedece estas órdenes y se va.
La situación ofrece algunos matices más, que aunque importantes quizás no sea preciso explicar en este momento para no hacer el análisis más complejo de lo que ya está expuesto. También hay otras claves importantes que nosotros ignoramos.
Conviene, no obstante, añadir un último punto. Quizás lo más peligroso –si lo que valoramos son las vidas de las personas y no el control de las materias primas- es que la “Comunidad Internacional” apoye a Kagame. Kagame es tremendamente ambicioso. Parece ser que hay un plan de un clan tutsi, del que él es uno de los principales protagonistas, cuyo propósito es dividir el territorio del Congo. Ruanda se quedaría con los Kivus, en donde está, entre otros minerales, el coltán. Pero la ambición parece que no termina ahí: el propósito es ampliar su zona de control tutsi hacia el norte en dirección a Kenia y hacia el sur. Y si la “Comunidad Internacional” le concede los Kivus que poseen una riqueza abismal ¿quién se opondrá entonces a sus designios? ¿Cuántos millones de muertos más habrá en el silencio en esta región de África mientras nosotros hablamos con nuestros teléfonos móviles? Ya va la cuenta –entre Ruanda y Congo- posiblemente entre 7 y 9 millones. ¿O decidirán pararle los pies a Kagame porque parece que quiere ir demasiado lejos?
José García Botía,
Miembro de los Comités de Solidaridad con África Negra-Umoya
http://www.umoya.org
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