La operación "Levántate" tenía un objetivo claro: hacer que 10.000 personas pudieran ponerse en pie el mismo día. Víctimas de minas terrestres, amputados y enfermos de polio del país africano se han beneficiado de esta 'Operation Rise', desarrollada por la organización estadounidense The Peace Project. “Pensé en el increíble impulso anímico y el impacto social que provocaría sobre la moral del país lograr que 10.000 personas se pudieran poner de pie el mismo día”, asegura la promotora de la idea, Lisa Schultz. “Sabía además que para implicar a gente de todo el mundo en un problema causado por una guerra que acabó hace 10 años teníamos que hacer algo grande e imaginativo”.
El acto tuvo lugar el Día Internacional de la Paz, subrayando así el hecho de que muchos de los receptores de las muletas son víctimas de la guerra civil de Sierra Leona. Los amputados que se ven habitualmente mendigando en las calles de Freetown son un recuerdo visible del brutal conflicto que ha vivido el país africano. No hay estadísticas fiables sobre cuántas personas sufrieron amputaciones de manos, pies, brazos, labios, orejas o genitales durante la larga década de guerra en el país, entre 1991 y 2002.
Algunos cálculos hablan de 10.000 amputados. Handicap International y Médicos sin Fronteras dicen que hubo unas 4.000 amputaciones deliberadas durante el conflicto. Algunos de los supervivientes que hicieron cola para recibir sus muletas el Día Internacional de la Paz decían que usarían las nuevas herramientas no sólo para desplazarse, sino para jugar al fútbol. La Asociación Deportiva de Amputados 'Single Leg' se formó en 2001, según explica su portavoz, Albert Manley Mustapha. “El objetivo era reintegrar a los amputados en la sociedad, darles confianza, dignidad y respeto y convertirles en embajadores de la paz para esta nación, promoviendo la construcción de la paz y de la superación del trauma”, explica.
A lo largo de Sierra Leona hay 300 jugadores de fútbol de amputados, que forman parte de seis equipos. El equipo nacional viaja al extranjero, en donde se reúnen con estrellas del fútbol y juegan partidos de exhibición frente a formaciones sin discapacitados. Además de jugar al fútbol, los amputados reciben educación y cursos de formación profesional. Algunos de estos jugadores se han casado, lo que es un símbolo de la aceptación social que comienzan a tener, algo muy poco habitual antes.
“Durante el tiempo que no jugué al fútbol estuve marginalizado”, asegura Umaru Samdy, de 20 años, nacido en la segunda ciudad en tamaño del país, Bo. “La gente suele decir que como somos discapacitados no valemos para nada, pero gracias al fútbol he salido adelante y la gente se da cuenta de que aunque no tenga dos piernas, puedo hacer algo”. Las amputaciones como castigo cometidas durante la guerra civil de Sierra Leona incluyeron la “manga larga” (hasta la muñeca) y la “manga corta” (hasta el codo). Otras víctimas perdieron sus extremidades por culpa de balas o minas terrestres. Pero en Sierra Leona hay muchos otros discapacitados que no son víctimas de la guerra. Ciertos programas de ayuda, como el de construcción de viviendas para amputados que desarrolla el Consejo de los Refugiados Noruego, han provocado quejas de que las víctimas de la guerra reciben mucha más ayuda que los otros miles de discapacitados.
“El número de personas amputadas durante la guerra es un porcentaje de la población discapacitada muy pequeño”, afirma Yann Cornic, director de programa de Handicap International en Sierra Leona. “Tras 10 años, cuando se habla sobre discapacidades no se puede poner sólo el foco sobre ese grupo”. Osman Bah admite que sólo se dio cuenta de que la gente con discapacidades se podía integrar a la sociedad general cuando viajó al Reino Unido para realizar su doctorado. Hoy en día trabaja como jefe de proyecto regional de Leonard Cheshire Disability, una ONG que desarrolla proyectos de educación, formación y defensa de los derechos de los discapacitados en África Occidental.
“Las discapacidades en nuestra cultura son un gran estigma, asociado a brujería, males de ojo, ataques del diablo o a crímenes cometidos por tus abuelos o padres”, explica Bah. “Cuando yo enfermé de polio, a los tres años, lo relacionaron con la brujería”. "Tan sólo en la última década se ha comenzado a hablar en Sierra Leona sobre discapacidades. Antes era un tema tabú", dice. Gracias a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la gente vulnerable ha logrado reconocimiento, reconoce Bah. Pero pese a la reciente aprobación en Sierra Leona de la primera Ley de Discapacidad, las cosas siguen siendo difíciles en el día a día.
“Es un paso adelante, pero redactar y firmar una ley es una cosa, y su implementación, otra”, admite Cornic, de Handicap International. Casi el 70% de los discapacitados de Sierra Leona en edad laboral no tienen ingreso económico alguno, según una investigación realizada en 2009 por Jean-Frances Trani para el University College de Londres y Leonard Cheshire Disability. La situación es parecida en el resto de África Occidental, dice Cornic. Asegura que las personas con alguna discapacidad se enfrentan a los mismos problemas que el resto de la población (acceso a la sanidad, educación y una vida decente), pero con complicaciones añadidas.
Fuente y foto: Lynn Morris (GlobalPost)
El acto tuvo lugar el Día Internacional de la Paz, subrayando así el hecho de que muchos de los receptores de las muletas son víctimas de la guerra civil de Sierra Leona. Los amputados que se ven habitualmente mendigando en las calles de Freetown son un recuerdo visible del brutal conflicto que ha vivido el país africano. No hay estadísticas fiables sobre cuántas personas sufrieron amputaciones de manos, pies, brazos, labios, orejas o genitales durante la larga década de guerra en el país, entre 1991 y 2002.
Algunos cálculos hablan de 10.000 amputados. Handicap International y Médicos sin Fronteras dicen que hubo unas 4.000 amputaciones deliberadas durante el conflicto. Algunos de los supervivientes que hicieron cola para recibir sus muletas el Día Internacional de la Paz decían que usarían las nuevas herramientas no sólo para desplazarse, sino para jugar al fútbol. La Asociación Deportiva de Amputados 'Single Leg' se formó en 2001, según explica su portavoz, Albert Manley Mustapha. “El objetivo era reintegrar a los amputados en la sociedad, darles confianza, dignidad y respeto y convertirles en embajadores de la paz para esta nación, promoviendo la construcción de la paz y de la superación del trauma”, explica.
A lo largo de Sierra Leona hay 300 jugadores de fútbol de amputados, que forman parte de seis equipos. El equipo nacional viaja al extranjero, en donde se reúnen con estrellas del fútbol y juegan partidos de exhibición frente a formaciones sin discapacitados. Además de jugar al fútbol, los amputados reciben educación y cursos de formación profesional. Algunos de estos jugadores se han casado, lo que es un símbolo de la aceptación social que comienzan a tener, algo muy poco habitual antes.
“Durante el tiempo que no jugué al fútbol estuve marginalizado”, asegura Umaru Samdy, de 20 años, nacido en la segunda ciudad en tamaño del país, Bo. “La gente suele decir que como somos discapacitados no valemos para nada, pero gracias al fútbol he salido adelante y la gente se da cuenta de que aunque no tenga dos piernas, puedo hacer algo”. Las amputaciones como castigo cometidas durante la guerra civil de Sierra Leona incluyeron la “manga larga” (hasta la muñeca) y la “manga corta” (hasta el codo). Otras víctimas perdieron sus extremidades por culpa de balas o minas terrestres. Pero en Sierra Leona hay muchos otros discapacitados que no son víctimas de la guerra. Ciertos programas de ayuda, como el de construcción de viviendas para amputados que desarrolla el Consejo de los Refugiados Noruego, han provocado quejas de que las víctimas de la guerra reciben mucha más ayuda que los otros miles de discapacitados.
“El número de personas amputadas durante la guerra es un porcentaje de la población discapacitada muy pequeño”, afirma Yann Cornic, director de programa de Handicap International en Sierra Leona. “Tras 10 años, cuando se habla sobre discapacidades no se puede poner sólo el foco sobre ese grupo”. Osman Bah admite que sólo se dio cuenta de que la gente con discapacidades se podía integrar a la sociedad general cuando viajó al Reino Unido para realizar su doctorado. Hoy en día trabaja como jefe de proyecto regional de Leonard Cheshire Disability, una ONG que desarrolla proyectos de educación, formación y defensa de los derechos de los discapacitados en África Occidental.
“Las discapacidades en nuestra cultura son un gran estigma, asociado a brujería, males de ojo, ataques del diablo o a crímenes cometidos por tus abuelos o padres”, explica Bah. “Cuando yo enfermé de polio, a los tres años, lo relacionaron con la brujería”. "Tan sólo en la última década se ha comenzado a hablar en Sierra Leona sobre discapacidades. Antes era un tema tabú", dice. Gracias a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la gente vulnerable ha logrado reconocimiento, reconoce Bah. Pero pese a la reciente aprobación en Sierra Leona de la primera Ley de Discapacidad, las cosas siguen siendo difíciles en el día a día.
“Es un paso adelante, pero redactar y firmar una ley es una cosa, y su implementación, otra”, admite Cornic, de Handicap International. Casi el 70% de los discapacitados de Sierra Leona en edad laboral no tienen ingreso económico alguno, según una investigación realizada en 2009 por Jean-Frances Trani para el University College de Londres y Leonard Cheshire Disability. La situación es parecida en el resto de África Occidental, dice Cornic. Asegura que las personas con alguna discapacidad se enfrentan a los mismos problemas que el resto de la población (acceso a la sanidad, educación y una vida decente), pero con complicaciones añadidas.
Fuente y foto: Lynn Morris (GlobalPost)
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