No hay tigres, ni leones; tampoco hay elefantes, ni osos, ni domadores. Pero nada de eso importa cuando se encienden las luces del pequeño teatro y el presentador anuncia en un viejo micrófono que la sesión está a punto de comenzar. “Pasen y vean. Bienvenidos al mayor espectáculo del mundo: el circo”.
Creada en 1986 con el objetivo inicial de apoyar la recuperación psicológica de jóvenes refugiados de guerra a través de la expresión artística, la ONG Phare Ponleu Selpak (PPS) se ha consolidado hoy día como una de las entidades más activas en la lucha contra el subdesarrollo de las comunidades desfavorecidas de Camboya, a través de diferentes programas y servicios sociales, educativos y culturales dirigidos especialmente a familias que viven en situación de extrema pobreza y marginalidad.
Su acción se centra en la práctica artística como elemento de transformación social. No en vano, PPS considera el arte como una herramienta no sólo para impulsar la expresión individual y colectiva, sino que ayuda a afrontar las necesidades psicosociales de cada menor, aumentando sus capacidades educativas y sociales y mejorando su desarrollo personal. Para lograr estos ambiciosos objetivos, a principios de los 90 creó la escuela de circo Anch Anh de Battambang, que en la actualidad acoge a un millar de jóvenes que reciben educación y formación artística en dibujo, vídeo animación y música popular.
Gracias a la asistencia técnica y económica de varias escuelas de circo francesas, el grupo de Anch Anh inició su andadura profesional en 1998 con una treintena de artistas. Entre ellos figuraban siete niños rescatados de las redes de la prostitución y acogidos en el orfanato de la asociación, cuyos espectáculos, más allá del entretenimiento, tienen una clara vocación pedagógica. “Con las actuaciones damos información sobre prevención del sida, las drogas, la higiene o las minas antipersona”, explica uno de los educadores, quien asegura que la finalidad de la ONG es ofrecer alternativas a los adolescentes para que éstos se comprometan con la sociedad en la que viven.
Y es que, además del circo, Phare Ponleu Selpak trabaja para mejorar las condiciones de vida en Battambang, una de las poblaciones más peligrosas del país por su cercanía con la frontera de Tailandia y las numerosas minas antipersona sin desactivar que yacen dormidas en sus alrededores.
Por su ubicación geográfica, el ejército regular de Phnom Penh instaló en la localidad un centro de operaciones de primer orden en 1990, para combatir las guerrillas que trataban de infiltrarse en la zona central del país. Así, y en represalia por la presencia militar, los jemeres rojos atacaban por sistema la ciudad, que durante años estuvo prácticamente aislada. Con el inicio de las conversaciones de paz en 1998, el clima de inseguridad fue desapareciendo paulatinamente, se rehabilitó la carretera de acceso al municipio y se potenció su rico patrimonio cultural.
En esta metamorfosis fue decisivo el papel de la escuela de circo, quien ha rescatado del abismo a cientos de niños que ahora entrenan con esfuerzo e ilusión en disciplinas como las acrobacias, los malabares, el equilibrio, el contorsionismo o el trapecio. De hecho, algunos de aquellos adolescentes castigados por la posguerra son ahora destacados artistas profesionales que realizan actuaciones en Camboya y en todo el mundo.
En Battambang, mientras, la carpa de Anch Anh se sigue abriendo de par en par dos veces por semana para presentar el mayor espectáculo del mundo. “Pasen y vean. La función está a punto de comenzar”.
Fotos: PPS
Puedes ver un video en inglés sobre la labor de PPS y la escuela de circo en:
http://www.youtube.com/watch?v=9RIbFSrXC5E&feature=related
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