En mi infancia, cuando se lanzaba una moneda al aire se decía cara o sello, porque en un lado estaba el rostro del Mariscal Sucre y en otro, el sello de Ecuador. Esto vuelve a mi mente cuando pienso en los temas de migración. Lamentablemente, la realidad impone que la mayoría de las veces la moneda caiga de un lado y el sello que se nos ha impregnado ha sido de desesperación, desolación y tragedia. Para muestra, la historia de los 72 indocumentados, cinco de ellos ecuatorianos, asesinados por Los Zetas en la frontera mexicana.
Para eludir ese signo trágico busco el programa ‘Ecuatorianos en el mundo’, que rompe el ritmo negativo del tema y presenta las experiencias de quienes no sortearon balas ni caminaron mojados hasta su sueño dorado. Es decir, el otro lado de la moneda. El lente de Galo Arellano busca a los pocos –estadísticamente hablando– que parten con recursos económicos, con opciones laborales o posibilidades académicas. Relatos de compatriotas que han sorteado dificultades y que se adaptaron a vivir en sociedades diametralmente opuestas, como la japonesa o la árabe.
La mirada de Arellano coincide con la de muchos migrantes que buscan historias positivas en las cuales reflejarse y eludir el signo trágico de aparecer como reporte en la crónica roja.
Publicado en el diario El Universal de México
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