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miércoles, 17 de noviembre de 2010

Emigrantes por dinero y por amor

Las causas que generan la llegada de inmigración a Balears tienen su origen mayoritario en la precariedad económica, con dramas como el tener que dejar a una hija pequeña sola en una casa patera durante horas, pero ese recorrido incluye también peajes del corazón, según se evidenció ayer en la mesa redonda organizada en la Universitat por el departamento de Enfermería y Psicoterapia y por la Oficina de Cooperación al Desarrollo y la Solidaridad. En este encuentro, cinco inmigrantes expusieron sus propias vivencias, además de analizarse algunas experiencias realizadas por el ayuntamiento de Palma para favorecer la convivencia en las barriadas de Son Gotleu y Pere Garau.

El testimonio más emotivo fue el protagonizado por la ecuatoriana y presidenta de la asociación de mujeres latinoamericanas, María Tixicuro. En su caso, las deudas generadas por negocios fallidos y la situación de sus hijos hicieron que terminara desembarcando en Mallorca, en donde ha vivido experiencias de todo tipo, incluido el rechazo a ser contratada por vestir con ropas tradicionales de su país. Según explicó, los peores momentos los vivió cuando ella y su hija pequeña tuvieron que alojarse en un piso patera, y entre sollozos recordó que se veía obligada a dejar encerrada a su niña durante horas en el cuarto para poder ir a trabajar, y que al volver se la encontrada dormida, agotada de tanto llorar.

Por ello, aseguró que muchas mujeres no denuncian las penurias que padecen ni reclaman la ayuda de los Servicios Sociales "por miedo a que nos quiten a nuestros hijos", de ahí que reclamara un cambio en esta materia por parte de las Administraciones públicas. La rumana Viorica Cernescu también reflejó los sufrimientos que la inmigración comporta, y señaló que sus primeros años en España incluyeron desde trabajos en el campo para la recogida de ajos a camarera de piso en un hotel por horas y sin días libres. En esa época sólo sabía decir "busco trabajo" en español y recordó lo perdida que se sentía y los momentos en que no podía evitar llorar por su situación, aunque destacó que al menos siempre encontró donde dormir. Ahora trabaja de cocinera y tiene a sus hijos viviendo con ella.

Radicalmente diferente es la historia de Ousseyni Cámara, nacido en Costa de Marfil pero que durante muchos años trabajó como guía turístico en Mali, etapa en la que "ganaba mucho dinero" y se sentía "el rey del mambo". Y todo ello hasta que conoció a su actual pareja y decidió trasladarse a Mallorca a vivir con ella. Sobre su estancia en la isla, aseguró que se siente totalmente integrado, pero reconoció que ha tenido que afrontar cambios personales, como "las prisas con que se tienen que hacer las cosas en España", aunque reconoció que parte de "este estrés" sería positivo en Africa, y apuntó también la rigidez del sistema europeo: "Aquí dos más dos siempre son cuatro, cuando en mi país dependiendo del humor de ese día pueden ser cinco".

La china Tai Xue Hong destacó las diferencias culturales existentes, aunque puso de relieve que sus hijos son ya totalmente europeos. "Son como los plátanos, amarillos por fuera pero blancos por dentro". En este aspecto, admitió que rechazan algunas de las costumbres más conservadoras de los chinos. La filipina Thelma Bejarín también justificó su viaje a la isla por la búsqueda de una mayor prosperidad económica, y subrayó el problema que la reunificación de las familias supone para los hijos, ya que se ven obligados a aprender a convivir de nuevo con sus padres de los que pueden llevar años separados, además de tener que adaptarse a una nueva cultura.

Finalmente, Carlos Vecina, sociólogo del ayuntamiento de Palma, expuso las experiencias vividas para potenciar la convivencia en las barriadas de Son Gotleu y de Pere Garau, y lamentó que problemas que en ocasiones son generados también por españoles –como el corte de agua en una finca por impago– sean atribuidos sistemáticamente a los inmigrantes.

Publicado en el Diario de Mallorca
Autor: F. Guijarro
Foto: Tobías

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