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miércoles, 21 de agosto de 2013

'Safaris' para cazar gays en Rusia

Mientras el mundo discute si las atletas tienen derecho a pintar sus uñas con los colores de la bandera gay o a criticar esta forma de protesta contra las leyes homófobas rusas, los homosexuales afrontan allí amenazas más contundentes. La más feroz no viene del Gobierno, sino del desprecio que tienen muchos rusos por los hombres a los que les gustan otros hombres: salir del armario puede significar en Rusia perder el trabajo, pero también sufrir una brutal paliza si se es cazado por algunas bandas.

Hasta tal punto son menospreciados los gays que con frecuencia se les aplica el calificativo de pedófilos. Internet, el profundo nacionalismo ruso y la reciente cruzada antigay del Kremlin son los ingredientes perfectos para la caza al homosexual en Rusia a la que algunos investigadores como Andrei Gapchenko imputan al menos dos muertes en lo que va de año. Varios han sido sodomizados con objetos o vejados vertiendo orina sobre sus cabezas.


Son cosas que divierten a Oleg, un joven que vive en Lipetsk, una ciudad de medio millón de habitantes situada a más de 400 kilómetros al sur de Moscú. Desde allí participa en la banda Okkupai Pedofiliai, que poco tiene que ver con el movimiento Occupy Wall Street. Los enemigos de Oleg no son los banqueros ni los pedófilos. La pieza a la que hay que dar caza son los gays rusos, normalmente adolescentes aislados en ciudades del interior que sólo son capaces de confesar sus gustos por Internet.

En su muro de la red social VK, el equivalente a Facebook en Rusia, Oleg ha colgado un vídeo de cómo se organizan estossafaris para cazar gays "y qué se siente al ser el cazador y servir de cebo". Este joven radical no es sino uno más de los que tratan de emular al activista violento Filipp Dionits. Entre las proezas de su grupo, Patrulla Blanca, está la de desenmascarar a varios adolescentes y ponerles en medio de la calle una camiseta en la que pone "soy gay". En otras ocasiones se limitan a arrebatarles el teléfono móvil y llamar a su lista de contactos, forzándole con golpes a confesar su secreto. "Los colectivos gays rusos han identificado casi 200 vídeos de este tipo, la mayoría de jóvenes homosexuales embaucados en falsas citas a ciegas", explica Björn van Roozendaal, del colectivo gay internacional Ilga, que ha catalogado a Rusia como el peor país de Europa para ser gay.

"El cebo suele tenderse a través de una red social, y cuando acuden a la cita con la víctima empiezan a preguntarle sobre su orientación sexual. Después los humillan y, a veces, los golpean", explica este activista, que lamenta que sea tan difícil que se persigan estas agresiones. "La mayoría de las víctimas no se atreve a denunciar el calvario sufrido" debido a que saben que cayeron en él al intentar llevar a cabo lo que ahora el Estado ruso define como «prácticas sexuales no tradicionales". No hace falta buscar en grupos radicales para encontrar imputaciones pedófilas contra los homosexuales. Las normativas de varias regiones rusas ya equiparan ambas "desviaciones". En Moscú se ha revocado repetidas veces el permiso para marchar por el orgullo gay porque se considera que el mensaje que transmite es "una amenaza para el país". Esta concepción de la homosexualidad como algo que puede propagarse sin control es muy común en Rusia, un país en el que, sin embargo, existe una moral bastante laxa sobre otros asuntos como el divorcio, la infidelidad o el sexo en general.

Con la llamada Ley contra la propaganda gay, Putin se ha puesto al frente de una marea moralizante que ya había empezado en algunos gobiernos locales como el de San Petersburgo. Y se ha servido del oportuno amparo de la iglesia ortodoxa rusa, una institución con la popularidad en alza frente a una clase política que está perdiendo el apoyo de los sectores más liberales de la nueva clase media urbana. El Gobierno ruso no suele inmiscuirse en lo que hacen los ciudadanos en sus casas, y de hecho en Moscú y en las grandes ciudades es fácil conocer a personas que tienen pareja de su mismo sexo. Lo que la ley firmada en junio hace es amordazar la dimensión cívica del colectivo gay con la excusa de proteger a la infancia. Y como los niños pueden estar en todas partes, queda prohibido reivindicar la homosexualidad, "equipararla a la heterosexualidad" o incluso "hacer atractivas" las prácticas homosexuales a través de panfletos, revistas o actos públicos. "La redacción de la norma es tan poco clara que nos pueden procesar por cualquier cosa", se queja Anastasia, una lesbiana de San Petersburgo.

Una iniciativa legal similar ya estuvo sobre la mesa en 2006, asegura el investigador Innokenti Grekov, "pero por aquel entonces al Kremlin le interesaba la reputación internacional de Rusia, ahora sólo les preocupa el sexo no tradicional", ironiza. Los tres eventos que más han tensado las relaciones de Rusia con Occidente –el apoyo a Asad en Siria, el cobijo ruso a Snowden y la ley contra la propaganda gay– sugieren para algunos analistas que Rusia busca reabrir el enfrentamiento ideológico que se saldó en los 90 con una derrota para Moscú con la caída del régimen soviético. Los gays serían así sólo munición para otra guerra fría.

Publicado en el diario El Mundo
Autor: Xavier Colás

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