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viernes, 18 de diciembre de 2015

Feliz

Javier Hernández Aguirán es licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Autónoma de Barcelona. Desde 2001 trabaja como periodista en distintos medios de comunicación de Zaragoza, donde reside. Autor de la biografía autorizada del ex jugador de fútbol internacional argentino, Luciano Galletti, a los 30 años decidió afrontar un nuevo reto: empezar a entrenar en la piscina para alcanzar unos Juegos Olímpicos. Apenas tres años después, lograba ser finalista en natación y conseguía un diploma olímpico. Hasta aquí, la historia de este luchador ya merecería ser contada, por el esfuerzo y dedicación que suponen todas aquellas tareas que ha realizado con solo 36 años de edad. Sin embargo, Javier Hernández es algo más que un periodista metido a deportista; es un ejemplo de superación y constancia para muchas personas que, como él, conviven con una discapacidad. Porque Javier nació sin brazos. Su historia, que está recogida en el libro De los pies a la cabeza, ilustra a la perfección lo que el ser humano puede llegar a conseguir a poco que se lo proponga. Él, ahora convertido en coach y conferenciante de prestigio internacional, demuestra en su día a día que no hay trabas que impidan a una persona alcanzar sus sueños y metas, por mucho que en ocasiones nos encontremos hundidos y dispuestos a tirar la toalla.

Hace mucho tiempo que conocí la historia de Javier, con quien incluso llegué a compartir medio de comunicación (él era corresponsal en Zaragoza de un periódico deportivo y yo colaboraba en Córdoba con ese mismo medio), pero cada vez que lo escucho o me entero de nuevas hazañas suyas, me siento más orgulloso de él. Su proeza, más allá del ámbito profesional o deportivo, radica en su forma de ver y afrontar la vida, a pesar de las enormes dificultades que padece. Recientemente, ha vuelto a dar muestras de su valentía y arrojo, convirtiéndose en la tercera persona de toda Europa (la segunda también fue un joven español) que logra sacarse el carné de conducir con los pies. De este singular milagro y otras muchas cosas habló hace poco en una entrevista radiofónica que tuve la oportunidad de escuchar.

Con naturalidad y cierta ironía (otra de las cualidades que más me llaman la atención de él), explicó cómo había tenido que trasladarse durante un mes hasta una academia en Basauri (Vizcaya), la única del país que ofrece cursos de conducción para personas con discapacidad. Confesó que por ahora su sueldo no le da para comprarse un coche adaptado a sus necesidades. Con una sonrisa, y después de relatar por qué se da a conocer en las redes sociales como sepia (el molusco cefalópodo que según él mismo más se parece a su forma de nadar), Javier confesó el verdadero secreto de sus éxitos: simple y llanamente, ser FELIZ.

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